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| Vampire Academy
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| por Leara Martell
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Decepción tras decepción de novelas juveniles de vampiros azucarados y protagonistas débiles y con poco criterio propio, yo ya había perdido la esperanza de encontrar una novela juvenil de este tipo que pudiera, como mínimo, pasar la criba de mi desarrollado y cansado paladar.
La primera vez que tuve Vampire Academy lo dejé de nuevo en el montón de libros de la librería con un solo pensamiento en mente: “Otra vez quieren venderme una burda imitación de Crepúsculo”.
'¡Maldita fuera yo y mi ignorancia en ese momento”. Casi por casualidad, gané el libro y en cuanto cayó en mis manos… LO DEVORÉ. ¿No os convence? Queridos… aún no he empezado a contaros nada.
-Prostitutas de sangre…
-Un colegio de élite y niños pijos del mundo vampiril…
-Sexo, intrigas y un placer sin límites cuando los colmillos se hunden en tu piel…
Bienvenidos a la Academia ST. Vladimir, donde la rectitud del alma y la sangre parecen serlo todo. Agarraos bien durante la expedición porque promete curvas peligrosas y seres demasiado sobrenaturales y sexys como para que babeemos tres litros y olvidemos nuestra ropa interior en cualquier sala vacía de todas las que parece haber en esta escuela de perversión.
Los dhampir no pueden tener una vida más seria que no sea un entrenamiento continuo, algún que otro escarceo de medianoche o una muerte brutal a mano de sus primos segundos los strigoi. Y eso, Rose Hathaway, nuestra protagonista, lo sabe muy bien. Aquí lo único importante es la supervivencia de los moroi, la crème de la crème del mundo vampírico. Guapos, elegantes, refinados y encima con cierto don para la magia. ¿Qué más se puede pedir? Lo tienen todo, hasta la creencia de que son lo único que debe perdurar. Si no fuera porque son el plato estrella de los vampiros malos malísimos que se los quieren zampar para seguir siendo inmortales, serían perfectos.
Rose acepta todo esto de muy buena gana, ha nacido y la han educado para ello. Su mejor amiga, Lissa Dragonir, es una princesa moroi, la última de su estirpe y, si los hados se confabulan y esa lengua envenenada suya no la mete en demasiados líos, podrían acabar juntas, como guardiana y guardada. No. Tienen que hacerlo… porque para Rose, Lissa es más que su amiga, es su otra mitad. No hay nadie en el mundo que la comprenda mejor, nadie en el mundo con el que quiera estar más y si debe sacrificar su vida entera para servirla y protegerla del mundo cruel que la espera detrás de la puerta de la escuela, ella LO HARÁ.
Además, el vínculo que las une es mucho más que una simple amistad. ¿Fácil, no? Lleva dos años haciéndolo lejos de esa academia de remilgados… pero… ¡un momento! ¿Y esa sombra que las observa? ¡MIERDA!
Después de dos años de mercadillos, de zapatos nada a la moda y de tener que alimentar a Lissa con su propia sangre (un secreto que la relegaría al más bajo de los status sociales de su mundo, el de prostituta de sangre), aparece un señor grandote, ruso y asquerosamente sexy que responde al nombre de Dimitri Belikov y que ha venido para llevarlas de nuevo a la escuela, y de paso, para poner patas arriba el microuniverso hormonal y adolescente de Rose.
¿Por qué la mira como si quisiera atravesarla? ¿Es casual su cara de cabreo y su incomodidad cuando Rose está con otro chico? ¿Es legal ese acento ruso tan excitante mientras masculla palabrotas made in La Madre Rusia?
NO. Pero entonces, ¿dónde estaría la gracia?
El amor entre los Dhampir está PROHIBIDO por las leyes humanas y divinas, pero para Rose me parece que ya es demasiado tarde.
¿No os parece apetecible todo esto? Porque os aseguro que lo es. En cuanto le deis un bocadito os convertiréis en adictos de Mead y de sus castas de vampiros.
Además, la buena de Richelle no se ha olvidado de una trama que acompañe a la revolución erótico-festiva de la pubertad, ¡Gracias a Morgana!
Porque Rose y Lissa llevan dos años huyendo de cualquier clase de vampiro y ninguna se atreve a decir qué les impulsó a ello.
Porque Lissa recibe bonitos regalos en forma de zorros, palomas y conejos muertos y desangrados sobre su cama.
Porque a veces la única forma de ahuyentar al dolor de dentro es viendo la sangre brotar de tu propio brazos.
Con un ritmo ágil y constante, Mead sabe cómo mantener al lector en constante alerta por ver qué le ocurrirá a sus queridos personajes. Un sobresaliente con matrícula para los diálogos en toda la novela, destacando por supuesto los de Rose. Reales y actuales. Sin pretensiones que no existen a los diecisiete años y la crudeza por la que nos regimos hoy en día. Si tuviera que definir Vampire Academy en una sola palabra: FRESCA. Tengo la sensación de que llevo esperando esta novela desde hace demasiados años.
“Buffy se ha reencarnado en una niña deslenguada que me ha tenido enganchada a sus diálogos ácidos e inteligentes un día entero”.
Fuente: Be Literature |
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