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portada La Memoria Inútil
Ficha del Libro:

Título: La Memoria Inútil    comprar
Autor: Javier Sarti
Editorial:
I.S.B.N.-10: 8420644285
I.S.B.N.-13: 9788420644288
Nº P´gs: 328


La Memoria Inútil
por Antonio Ruiz Vega

Esta es la primera novela de Javier Sarti, antes de la publicación de su genial El Estruendo en Espasa.

Ya se detecta aquí la pasión del autor por los abismos del alma humana. Obsesiones como la decadencia física, la vejez, la soledad, el terrible desgaste de las rupturas sentimentales ya están presentes en esta obra que por su madurez y seguridad no parece en absoluto una primera novela.

En La Memoria Inútil hay, además de todo ello, una meditación generacional que nos recuerda en muchos aspectos a la obra de Sánchez–Ostiz. Sarti es 4 años más joven y valenciano en vez de navarro, pero está, a la postre yo también, en el lapso generacional de quienes llegamos en la veintena a la muerte de Franco y a la cacareada transición. La sensación de decepción por la etapa histórica que sucede a la muerte del Generalísimo, y el mero hecho de que el dictador muriera en la cama y firmando sentencias de muerte aparece con claridad en la obra de Ostiz y no tanto en la de Sarti, donde es como un fondo musical, un borbor del siglo, pero que acaba por contaminar las vidas. Todas aquellas expectativas, utópicas, ingenuas, que se llevó no el huracán sino la fétida brisa de la historia, son como una bomba de relojería que explotan en las vidas privadas de aquellos que vivieron aquel tiempo con algún protagonismo o, al menos, con alguna ilusión. Estas minas van estallando, con mucho retraso, 10, 15, 20 años, y se llevan consigo un montón de proyectos colectivos, de parejas edificadas –algo que luego se va viendo- sobre la pura nada. O, si se quiere, son aquellas expectativas tan altas, imposibles de colmar, las que provocan que la vida sea invivible y que la compañía del otro –mudo o no tan mudo testigo de un fracaso generacional– resulte molesta cuando no ofensiva.

Sarti usa aquí un recurso que también empleará en El Estruendo. El lector se ve asaltado desde las primeras líneas por la situación desesperada de una mujer. En El Estruendo está atada y amordazada, y se sospecha que puede ahogarse de un momento a otro. La mujer de La Memoria Inútil, María, ha decidido terminar con su vida y coloca su cabeza sobre el riel de una vía (por cierto, entre la amalgama de aromas que relacionamos con lo ferroviario, que Sarti enumera: óxido, aceites, alquitrán, pudiera haber añadido el más definitorio de todos, aquel que suele flotar por encima de los demás: el de la creosota con la que se hacen imputrescibles las traviesas y los postes de la luz y el telégrafo. Claro que ahora las traviesas son de hormigón…). Esta María, que desiste en el último momento del suicidio y que a continuación parece intentarlo sumergiéndose en las aguas heladas de un río, acaba de dar muerte a cinco personas, entre las que se encuentra su hermano, el policía secreta Luis.

Con este comienzo trepidante entramos en la vida de Rosa, que juega un papel cada vez más comprometido en la historia. Rosa vive en la misma escalera donde vivían María y Luis, los dos hermanos. Y Rosa, que conocía superficialmente a María, está atravesando el duro trance de la separación de Antonio. Trabaja vagamente en una revista y un buen día recibe una propuesta insólita. María, desde la cárcel, la reclama para contarle en exclusiva su historia. La revista mueve los hilos y consigue los permisos para que Rosa entreviste a María.

Rosa, que siente el peso de la soledad, en la casa que ha abandonado Antonio, en el filo de la cuarentena, es una persona insegura, que se está replanteando muchas cosas a raíz de la separación. Una separación no querida y que Antonio trata de llevar a cabo con guante blanco. Rosa, en fin, se aferra a este trabajo ocasional en la revista porque quiere obtener la dependencia económica.

Rosa que, una vez roto el matrimonio (y esfumados con sorprendente rapidez los escasos amigos comunes del mismo), apenas tiene familia ni amigos salvo un padre distante y hostil y un librero anciano, Anselmo, con el que mantiene una relación que se revelará como poco sólida (por parte de Rosa).

Pero esa historia, que se promete sensacionalista, va implicándola más y más a ella. Porque Rosa fue ocasional amante de Luis, mientras todavía estaba casada, y María lo sabe…

La historia de Luis y María es la de una relación incestuosa. Los dos hermanos proceden de un pueblo del entorno valenciano, Sarlillo, del que parecen haber huido y viven juntos en un piso alquilado. Su relación es muy fuerte, pero sin llegar a lo sexual. La vida sentimental del seductor Luis hará que pronto comiencen a visitar regularmente el piso un rosario de conquistas femeninas, con las que el policía se libra a activas sesiones de catre, todo lo discretamente que pueden, que no es mucho. María no tarda en percatarse de lo que pasa, y comienza a espiarle furtivamente. En una de estas sesiones verá el rápido flirt entre Rosa y Luis, que no pasa de una tórrida escena sexual sin más consecuencias. Pero para María es un resorte que hace que cambie su punto de vista. Porque Rosa no es una presencia anónima, como la de las demás, sino una persona conocida, con la que se encuentra por la escalera y con la que ha tenido alguna conversación. De alguna manera esta experiencia la marca y la predispone para lo que vendrá. Porque Luis se da cuenta de que es espiado y un buen día aborda a su hermana y comienzan a tener relaciones. Son encuentros furtivos, a oscuras, de los que nunca hablan. Pero que marcarán a su hermana para siempre. Pronto María se da cuenta de que las entrevistas que su hermano mantiene con diversas partenaires ya no son satisfactorias. Les escucha hablar, pero algo está fallando. Pronto un día sabrá que su hermano le achaca a ella sus fracasos sexuales. Y, lo que es peor, sabe que Luis, indiscretamente, no oculta su relación. Horrorizada y ofendida María reacciona con violencia. Una noche que su hermano ha esposado a su pareja a la pata de la cama y que, desquiciado, intenta poseerla. La escena es de gran violencia, la chica –una prostituta- humilla a Luis a la vez que le pide que la suelte. Asustada por los gritos María busca la pistola de Luis y en un momento de ofuscación mata a la prostituta. Los hermanos, horrorizados, contemplan el cadáver, a final deciden que María mate a Luis (lo que hace) y después se de muerte. Pero antes irá al bar de camareras que frecuentaba Luis y donde hay tres mujeres que también saben de las relaciones incestuosas de los dos hermanos…

Pero María no se atreve a matarse, huye en el último momento del tren, y su sumersión en el río obedece más a un intento de purificarse, de borrar las pistas, que a querer matarse. Será detenida y encarcelada.

Mientras tanto Rosa soporta muy mal la separación, le falta muy poco para suplicar a Antonio que vuelva con ella. Pero Antonio le explica que su relación está terminada, que ambos se estaban anulando, que esa no era la vida que esperaba, etc. (lo del fracaso generacional que hemos apuntado más arriba). Rosa no comparte estas razones, más realista, cree que lo que tenían estaba bien, que era suficiente y que, en todo caso, no ve ninguna alternativa, salvo la soledad, que le horroriza.

Rosa visita a María, que comienza a desgranar su historia. Pero, al llegar a un punto, Rosa se percata de su cada vez mayor protagonismo. Ella, al fin y al cabo, ha sido la involuntaria desencadenante del drama. Y, en todo caso, si se conoce la historia de su flirt con Luis eso la apartará más aún de Antonio…

Rosa visita de vez en cuando a Anselmo, el librero, de salud cada vez más achacosa, que le lanza amistosas señales a las que ella no responde. Le pide varias veces que le visite durante sus numerosas recaídas, pero ella nunca lo hará, hasta que Anselmo termine por morirse, lo que no dejará de culpabilizarla.

Rosa, abrumada por lo que le pasa, desiste de mandar las cintas o sus escritos a la revista y va marcando una distancia que terminará por apartarla completamente de la empresa editorial.

Cuando confiesa a Antonio su desliz con Luis eso aumentará todavía más la distancia e incluso lo que parecía iba a ser una separación versallesca pasa de la noche a la mañana a ser a cara de perro.

Rosa recurre a su padre para que le restituya su herencia (la madre había muerto) pero se encuentra ante otra barrera infranqueable. Con la definitiva ruptura con la revista para la que trabajaba se encuentra en la práctica indigencia.

Es en ese momento cuando decide viajar a Sarlillo y conocer a los padres de María y Luis. Pero esa es otra historia… que no vamos a desvelar.

 

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