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portada Cosas Que Ya No Existen
Ficha del Libro:

Título: Cosas Que Ya No Existen    comprar
Autor: Cristina Fernández Cubas
Editorial: Lumen
I.S.B.N.-10: 8426412920
I.S.B.N.-13: 9788426412928
Nº P´gs: 264


Cosas Que Ya No Existen
por Antonio Ruiz Vega

  Nacida en 1945, la autora comenzó a publicar en 1980 con su libro de relatos "Mi Hermana Elba", al que siguieron "Los Altillos De Brumal" (creo que en Tusquets), otros dos libros de cuentos, un par de novelas ("El Año De Gracia" y "El Columpio") así como una obra de teatro, "Hermanas De Sangre". Ha sido traducida a ocho idiomas.

"Cosas Que Ya No Existen" es una sucesión de episodios biográficos de la autora, donde esta ha revisado algunos períodos de su vida, algunos relativos a su infancia y otros ambientados en otros países donde ha vivido o donde ha viajado. 15 capítulos, relatos o episodios conforman estas "Cosas Que Ya No Existen".

El primero de ellos "Segundo De Bachillerato" narra su enfrentamiento con una monja, Sor Luisa, mujer con aires de grandeza y que hacía la vida bastante imposible a la niña Cristina, asustándola incluso con una ficticia expulsión. Pero, en un solo momento, la niña descubre la mentira y la falsedad de la propia sor, desautorizada por las demás religiosas. A partir de ahí le plantará cara.

"El Salón" es la crónica de una persona que vuelve a una casa donde ha vivido antaño, cosa que a todos suele suceder antes o después (a veces al revés, es una persona que ha vivido anteriormente en nuestra casa y quiere revisitarla), y que en este caso lleva a recordar detalles como la biblioteca paterna, donde leyó por primera vez el Quijote escrito en latín macarrónico por el sacerdote Ignacio Calvo y de ahí a su poco cariño por las bibliotecas públicas, pese a haber conocido algunas verdaderamente hospitalarias fuera de España y reconocer que en nuestro país han mejorado mucho en los últimos años (la tónica, antaño, era que el solicitar un libro o cualquier otra gollería era una afrenta personal contra la ociosidad reinante entre las bibliotecarias/os).

En "El Olor De Evita", comienzas las resonancias ultramarinas, bonaerenses en este caso, pues allí vivió en 1974, los últimos momentos del peronismo y los primeros del interregno de su última consorte –Maria Estela, a quien aconsejaba López Rega– que, como es sabido, desembocó en la dictadura militar. La obsesión por la figura ambigua de Evita, por su cadáver en trance de momificación, exudando fluidos y aromas químicos, pendiente del techo por lazos transparentes, como si levitara, le subyuga, son esos vahos químicos repugnantes y dulce aroma a almendras. El olor de Evita. El caso es que aquel Buenos Aires que ella vivió en aquel tiempo se desbarató muy pronto, hasta hacerse irrespirable. Porque, como concluye su casero catalán, el antiguo tornero Ulled, "No tienen remedio". Cuenta luego su viaje a Argentina por mar, cuando descubrió lo barato que era viajar por barco. El crucero tuvo sus mas y sus menos, aparte de un montón de escalas. En Vigo recogen a un buen montón de ancianos gallegos los cuáles tenían la costumbre de pasar toda la travesía en pijama (ella dice que hoy se hubieran puesto un chandal) lo que daba una imagen bastante pintoresca del pasaje. También aparecen dos polizones, con los que la tripulación no duda en solidarizarse.

"Los Regresos" continúa con la peripecia porteña y el señor Ulled, viejo exiliado catalán, por lo visto de pretérita militancia cenetista, pues vuelve del cine, de ver "Morir En Madrid", rezongando Mucha Pasionaria, mucha Pasionaria... Pero ¿Y la Federica Montseny? En aquel piso de vecinos, donde había varios ascensores, van pasando cosas, a medida que la situación argentina se deteriora. Una vecina encuentra un niño abandonado en el ascensor. Otro día Ulled ve salir a otra en la sospechosa compañía de dos individuos en gabardina, sospechosísimos. Lo más grave es que, cuando interviene, la presunta detenida le disuade de que lo haga con una mirada. Es esa mirada, de impotencia, de resignación, lo que hará que Ulled, tras tantos años en Argentina, decida regresar a España.

En El Amazonas, años después, conoce a un viejito que recordaba a las mil maravillas la guerra de España: hablaba con soltura de Azaña, Durruti, Mola, Negrín, etc. y se sabía de memoria los episodios y las batallas. La autora, tras la conversación, se percata que, durante los años que transcurrió, el viejito la siguió por radio y durante todo el tiempo pensó que era un culebrón radiofónico. ¡Una gran radionovela! (...) Fue la mejor. "La guerra de España.." Nunca después han dado otra parecida. Las de ahorita son pura pendejada.

"Fronteras" relata el paso de un puesto fronterizo entre Argentina y Bolivia, donde la barrera era una pierna. Al parecer el puesto por donde cruzaron tenía muy poco tránsito y se encontraron con gente rarísima que les pedía cosas insólitas, hasta que un entusiasta de lo español les allanó el camino. Tanto se lo allanó que cuando quisieron regresar por otro punto (bien lejano), se vieron en problemas porque, sencillamente, no habían entrado (oficialmente), así que no podían salir. De algún modo increíble el aduanero de salida habló con el de entrada, a cientos de kilómetros de distancia, y lo arreglaron.

En "Días de jamasín" cambia el paisaje, que se hace oriental y cairota. El jamasín, por lo visto es un viento arenoso del desierto que se mete por todos los intersticios y termina por emporcarlo todo. Hay una meditación sobre la necesidad de una nevera en un clima tropical, donde se llega a ver con malísimos ojos que alguien, como la profesora S.S. prefiera comprarse un Volvo que una nevera. Durante su estancia en Egipto se produce el descubrimiento por los monjes del monasterio de San Macarios de los restos de san Juan Bautista. Como este monasterio estaba a sólo 91 kms. de El Cairo, acuden a admirarlo, pero los monjes lo hacen tan fugazmente que no pueden ni vislumbrarlo. Habla también de cómo la interpretación errónea de un gesto, lo que ella llama "la manopiña" (unir los dedos de la mano en forma de piña), que para los egipcios significa algo así como "espere un momento" o "más adelante", puede dar lugar a divertidos equívocos.

"Bumi Y Los Otros" versa sobre una curiosa clase de árabe donde conoció a un alumno brillante, Bumi, que sin embargo se descubrió como analfabeto. Los prodigios memorísticos que el bueno de Bumi debía hacer para aparentar ser un alumno aventajado son de difícil ponderación.

"El Ashram" es la historia de dos amigas, a las que llama Marta y Mirtha, que han decidido integrarse en un Ashram sospechosísimo donde se les exige la cartilla de ahorros...

"El poder del cine" recoge varias vivencias. La de asistir a una muerte por disparo en plena Diagonal barcelonesa, el visionado de películas de James Bond dobladas al árabe en El Cairo, donde la gente aplaudía cualquier referencia islámica, o la huelga de policías en Lima, en 1975, que acabó a tiros (de fogueo) por el ejército, con los extranjeros encastillados en un viejo hotel mientras que los de los barrios altos (que en Lima eran los bajos) asaltando los comercios alegremente.

"Epílogo En La Azotea" tiene resonancias francesas, de las primeras salidas fuera de España.

Un conjunto airoso, que mantiene el interés.
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