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portada Carta Con Diez Años De Retraso
Ficha del Libro:

Título: Carta Con Diez Años De Retraso    comprar
Autor: Olga Guirao
Editorial:
I.S.B.N.-10: 8467000813
I.S.B.N.-13: 9788467000818
Nº P´gs: 176


Carta Con Diez Años De Retraso
por Antonio Ruiz Vega

  El planteamiento inicial no promete mucho: se trata de una colección de emails cruzados entre dos escritores y recuperados por su editor (no el real, sino figurado) que, tras lamentar la pérdida de la literatura epistolar, aletargada por el teléfono, ve cierta esperanza en su recuperación electrónica a través de la Red y se aplica en publicar esta CORRESPONDENCIA SOSTENIDA A TRAVÉS DEL CORREO ELECTRÓNICO EN EL VERANO DE 1998.

Máximo Artó y Levita Boser son los contertulios de este intercambio de confidencias que finalmente resultará de interés.

Levita evita (lamento la rima involuntaria) a Máximo, con el que mantenía una relación de amistad. No le coge el teléfono, y él la asaetea a emails. Por lo visto Levita, que acaba confesándose como bisexual, está enfadada porque Máximo se ha llevado al lecho a una amante común, Martina. Max tiene 58 años y aunque, de buena planta, confiesa que ya no se le levanta sino una de cada cinco veces, así que el sexo le interesa relativamente. Pero parece que su relación con Levita, que está mucho más allá del sexo, sí que le interesa, y mucho. De hecho el motivo de este intercambio electrónico es conseguir restaurar esta relación, lo que conseguirá.

La cosa se va poniendo interesante cuando ambos van profundizando en lo que supone, en nuestros días, la relación hombre/mujer. Max es un tradicionalista, o al menos asume esta postura, y la argumenta a la perfección. La situación es paradójica. Max cree que la culpa de todo lo que pasa viene del abandono de la tradición.

No debería lamentarme puesto que, en definitiva, fuimos nosotros los que decretamos la demolición formal del pasado; por lo visto, ignorábamos que las formas definen los contenidos; no nos habíamos percatado de que ciertas actitudes, en apariencia insignificantes y hasta un poco tediosas, sostienen sosbre su frágil estructura implícita el edificio entero de la civilización. Fuimos nosotros los que abdicamos de transmitirlas a los chiquillos, de manera que seguramente es justo que ahora tengamos que padecer este desorden que nos pone a merced de su impenetrable salvajismo y que cada día que pasa me pesa un poco más.

La increíble conclusión de Max, que irá exponiendo, es que por culpa del relajo de las costumbres la mujer es quien queda en pésimo lugar. El hombre es naturalmente polígamo, puede fecundar a innúmeras mujeres y puede hacerlo hasta edades muy avanzadas. La mujer, por el contrario, pierde enseguida su encanto físico. La cultura, la civilización, trata de conseguir que el hombre permanezca con la mujer contraviniendo sus instintos. De ahí el mito del amor, el mito de la fidelidad, el mito de la pareja. Algo que no beneficia al hombre, sino a la mujer y, claro, a la sociedad, a la familia....

Levita le achaca a él que sea promiscuo y que se haya perdido los privilegios de una relación duradera y monógama (lo que no deja de ser lo más paradójico de todo, porque ella es la liberal, la bisexual, etc.).

No debe ser culpa tuya que en el imaginario femenino, por alguna misteriosa razón, no haya nada más presentable que un escritor. Sin embargo, en realidad tampoco te querían; llegado el caso, te habrían cambiado por cualquier otro sin dudarlo, casi sin sentirlo.

Supongo que la vida ha sido demasiado desagradable con ellas; después de tantas traiciones y tan graves, no ha de ser fácil querer a alguien como es debido, por lo que tiene de distinto e irreemplazable.

Max, separado, confiesa sin embargo que la relación con su ex-mujer fue distinta, pues llega un momento que se trasciende lo sexual y se crea un sentimiento de familia y que eso es diferente a las demás relaciones. Y es necesario...
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