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Bajo El Volcán
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por Sara E Rodríguez
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Jorge Semprún dijo en el prólogo al libro “El Volcán, El Mezcal Y Los Comisarios” que la lección moral que podemos aprender de Malcolm Lowry (Gran Bretaña, 1909-1957) es que su vida y su obra nos ayuden a destruir la funesta concepción de la literatura como vocación de servicio: que nos ayuden a comprender que un escritor no debe tomarse en serio […] que lo único que hay que tomarse en serio es la literatura misma.
Lowry ya lo advirtió a su editor, Jonathan Cape: si El volcán parece tedioso al principio o no, dependerá del estado de ánimo del lector, y de su preparación para comprender el libro y la verdadera intención del autor. Lowry se atrevió, incluso, a decir que el libro es mucho mejor de lo que pueda pensar el lector y que él no tiene la culpa de que éste no capte algunos de sus niveles más profundos.
Esta novela se fragmenta en doce capítulos, los cuales constituyen en sí mismos una unidad, pero al mismo tiempo están conectados e interrelacionados; siendo el capítulo VI el corazón del libro. La novela gira sobre su propio eje y fue escrita de tal modo que puede leerse un indefinido número de veces sin agotar todos sus sentidos.
Parafraseando a Edmon Wilson (cuando habla de Gogol) Malcon Lowry dijo que esta novela se refiere a ciertas fuerzas existentes en el interior del hombre que le producen terror de sí mismo. También se refiere a la culpa del hombre, al remordimiento, a su ascenso incesante hacia la luz bajo el peso del pasado, y a su destino último.
Esta obra, escrita durante la década de los treinta se desarrolla en Cuernavaca (México) a donde Lowry viajó en 1935 y donde se inspiró para escribir su obra maestra, la cual está considerada como una de las mejores novelas del siglo XX. A pesar de ello, y como suele ocurrir con las obras universales, “Bajo El Volcán” no consiguió el reconocimiento de crítica y público hasta después del fallecimiento del autor.
“Bajo El Volcán” es el relato del último día de la vida del cónsul inglés Geoffrey Firmin. El cónsul (trasunto de Lowry) está ebrio durante toda la novela, consiguiendo que su borrachera y su locura sea la del lector, quien no encuentra un momento de cordura y serenidad a lo largo de las páginas. Pero el escritor quiere ir más allá con la ebriedad del cónsul: no ha de tomarse como un estado permanente del autor y del protagonista, pues simboliza la ebriedad universal de la humanidad durante la guerra o el período precedente. Malcolm Lowry estaba convencido de que “Bajo El Volcán” amplía nuestro conocimiento del infierno. No hay paz que deje de pagar pleno tributo al infierno.
Una advertencia: éste no es un libro fácil de leer. A veces da la sensación de encontrarse el lector un poco ebrio, por lo que es difícil encontrar la cordura y el sentido. Una novela compleja, pero brillante.
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