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portada Anna, Mi Amiga
Ficha del Libro:

Título: Anna, Mi Amiga    comprar
Autor: Fernando Jiménez
Editorial: LibrosEnRed
I.S.B.N.-10: 9871022867
I.S.B.N.-13: 9789871022861
Nº P´gs: 164


Anna, Mi Amiga
por Beatriz Zubeldía

  La imagen de Sigmund Freud es reconocida en todo el mundo, respetada y admirada. Sus trabajos acerca del psicoanálisis y sus investigaciones han sido relevantes para el mundo de la Psicología de todos los tiempos, pero a veces, (y principalmente en Europa) nos olvidamos de su hija, Anna Freud, principal continuadora de su doctrina y, quizá, la mejor amiga y aliada del genial psicoanalista.

Fernando Jiménez Hernández-Pinzón, en este libro, trata de narrar la vida de esta mujer luchadora de aspecto frágil. Inventa para ello una serie de entrevistas imaginarias con Anna, allá en su casa de Hampstead ( Londres), donde la mujer residió durante sus últimos años y hoy se ubica el Museo de Freud. 

Y así, sumergiéndonos en las palabras serenas y sencillas de Anna, nos vamos encontrando con su infancia, donde la figura de su padre fue relevante. Nació en1895, año en el que su padre ya publicaba sus mejores obras. Somos testigos de los primeros escritos de Anna, de sus primeros poemas acerca de la vida y de su padre. Descubrimos que ella empezó a leer las obras de Sigmund con catorce años, y que ya desde esa temprana edad supo que quería seguir sus pasos.

Con la adolescencia, el lazo que unía a Sigmund con Anna se hizo más fuerte, debido a sus viajes juntos y a que Ana se metió de lleno en el mundo del Psicoanálisis, todavía como alumna ejemplar. A ella le interesaba sobre todo el Psicoanálisis infantil, especializándose así en algo casi olvidado por los estudiosos del tema de la época.

Durante sus años de estudiante, en los que viajaba continuamente, recibía hermosas cartas de su padre donde leemos “se te echa mucho de menos, la casa está muy solitaria sin ti, y en ninguna parte nada puede reemplazarte por completo”.

Sigmund se convirtió en su principal protector, su consejero defensor. Ella continuó con su estudio del comportamiento infantil, dando clases y conferencias en diferentes universidades, recibiendo premios internacionalmente conocidos y asentándose ya en lo que sería su forma de vida. A pesar de haber estudiado magisterio y no medicina, su padre siempre le defendió asegurando lo innecesario de la medicina teórica en el campo del Psicoanálisis, donde rige más el sentido común.

Anna fundó la revista The Psychoanalitic Study of the Child, en 1945, y dedicó su vida al Psicoanálisis y a la entrega total a su trabajo. Desde sus viajes de 1966 a 1968, su nombre era conocido mucho más allá de los círculos psicoanalíticos profesionales. Cabe destacar, como dato curioso, que incluso Marylin Monroe pasó por su diván, allá en sus años de labor profesional.

Incluso en sus últimos años de vida, Anna pasaba las tardes sentada frente a su máquina de escribir, respondiendo las numerosísimas cartas que le enviaban. Lo cual, lejos de mostrar falsa modestia, indica que era consciente del papel fundamental y trascendente que le había tocado ejercer en su vida.

Nos encontramos por tanto ante un libro cargado de humanidad y cariño, un libro sencillo que tan sólo intenta acercarnos más a una mujer apasionante y casi siempre olvidada. La figura de Anna es tratada con respeto y admiración, y el autor consigue hacernos cómplices de sus ideas y filosofía de vida.

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