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Violencia En Los Adolescentes
por Josefina Castillo

Estamos observando en los últimos años un cambio en los adolescentes que da miedo. Grabaciones pegando a un profesor, a compañeros de clase, apaleando a animales, quemando a indigentes…..

Lo peor de todo es que es repetitivo, con lo cual disfrutan con estos actos, que son más propios de los dinosaurios que del ser humano en el siglo XXI.

Debemos preguntarnos cuál puede ser la posible causa de que los jóvenes actúen de esta manera. Es posible que haya parte de culpa en la educación que han recibido por parte tanto de padres como de la sociedad, de lo aprendido a lo largo de su infancia, de lo observado en otros, etc.

Las leyes tampoco ayudan mucho cuando hay casos en los que los padres se ven obligados a ser ellos mismos quienes denuncien a sus hijos por malos tratos y no son amparados, puesto que no hay leyes que de alguna manera apoyen a padres así.

También se da el caso en que nuestros hijos, que son aparentemente normales ante nuestra presencia, que se comportan como otro chico más de su edad, es denunciado por algún acto agresivo ante el cual los padres, antes de informarse de la realidad, apoyan a sus hijos al 100%. Aquí nos equivocamos de lleno y estamos encubriendo a un maltratador latente. No hacemos ningún bien apoyando así a un hijo cuando realmente está realizando actos tan agresivos.

Desde muy pequeños podemos ir enseñando a nuestros hijos a que aprendan a ser empáticos y que cuando hagan una conducta que puede ser antisocial, les recriminemos para que vayan aprendiendo a discriminar lo correcto de lo incorrecto.

Por otro lado, los jóvenes permanecen durante muchas horas ante el televisor y está a la orden del día en toda programación las imágenes de violencia que suceden tanto en noticiarios como en películas, dibujos etc.

Añadiremos que si un joven durante la semana es aparentemente normal, la combinación de sustancias en el fin de semana, junto con las compañías, son las que realizan las acciones de violencia que estamos sufriendo.

Existen diversas causas de por qué los jóvenes actuales reciben un "reforzador", es decir, sienten satisfacción cuando realizan actos vandálicos que conllevan el sufrimiento o dolor de un ser vivo, o el destrozo de objetos materiales. De entre las posibles causas expondré las más probables como pueden ser la falta de afecto o cariño por parte de sus familiares, recibir una educación muy represiva por parte de sus cuidadores, el recibir malos tratos por parte de algún familiar, o también es posible que sufran algún tipo de trastorno de la personalidad que hace que no sientan remordimientos ante un acto agresivo; pueden ser incapaces para amar o sentir, incapacidad de la autobservación, etc.

Ante todo debemos ser pacientes con un hijo que muestre agresividad. No podemos ayudarle si somos igualmente agresivos y discutimos con él en vez de intentar ayudarle.

Lo más importante es, ante un hecho negativo, castigar de manera inmediata para que sepa a qué es debido, y hacerlo con un tono normal y no de manera vengativa. Por ejemplo, si se reprocha algo, lo ideal es no hacerlo nosotros por él, sino que primero realice la acción reprochada y después se le castigue para que aprenda.

Hay que tener en cuenta sobre todo que, el adolescente, por naturaleza, es muy nervioso debido a los cambios hormonales. Se producen en ellos un grado de ansiedad que si sobrepasa los límites es negativa para su actividad cotidiana. Por ejemplo, a la hora de estudiar. A su vez esta ansiedad les hace sentirse inferiores y necesitan ser aprobados por los demás. Para ellos, debido a esto, es muy importante ser leales ante sus amigos y caer bien, con lo cual, a veces, realizan acciones con las que quizás no se sientan identificadas pero que si aprueban los amigos.

Los padres no deben ni sobreproteger a los hijos, ni darles demasiadas libertades, porque luego lo pagan todos muy caro. La idea es que a pesar del estrés laboral de los padres, el agobio de sentir que sus hijos son algo irascibles, y el trabajo añadido de llevar una casa, tiene que dejar tiempo a unos padres para dialogar y preocuparse un poco por los hijos, si no éstos se sienten un poco solos y buscan alternativas bien para llamar la atención, bien para reconfortarse a sí mismos y suplir esas carencias.

Está claro que los jóvenes hoy practican con esa agresividad y que, además de estar a la orden del día, es obvio que les reconforta de alguna manera, con lo cual en algo estamos fallando los adultos con respecto a ellos. Sea lo que sea, debemos erradicarlo desde ya antes de que sea demasiado tarde y hayamos criado a verdaderos delincuentes.

En nuestras manos está lo que hoy como niños educamos, para ver el resultado obtenido de lo que en un futuro serán adultos socialmente aceptados o no aceptados, lo que serán delincuentes o personas “normales”.

Si seguimos a este ritmo, consintiendo en todo a nuestros hijos, atendiendo en lo justo sus necesidades y a cambio obsequiándoles por el tiempo no dedicado a ellos, castigando cuando no hay motivo y premiando cuando no se debe… las próximas generaciones dejarán mucho que desear y nos presentaremos ante un verdadero problema social que será más difícil de afrontar.
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