| Las presentaciones de libros son uno de esos ejercicios que deberían ser de obligado cumplimiento para todas las editoriales. A fin de cuentas, es quizá uno de esos pocos momentos por los cuales lectores, editores y autores tienen la capacidad de conocerse, de moverse en el mismo medio, de sentir que unos no pueden vivir sin los otros, o que la difusión de una obra y su reconocimiento y asentamiento depende, sin lugar a dudas, de esos miles de rostros que pasan ante una conferencia o una sesión de firmas.
Las presentaciones, y eso no tiene vuelta de hoja, son un momento de especial compenetración. Yo he vivido muchas de ellas en Málaga, y puedo asegurar que cada una es diferente pese a que los patrones en los que se mueve un evento de estas características se repiten. Sin embargo no dejo de asombrarme cómo cada vez en mayor número multitud de personas son congregadas por un autor o autores, cuya sola presencia basta para llenar una sala de dimensiones considerables, o incluso crear colas de personas en pos de una firma, una dedicatoria, una frase efímera, o el simple hecho de ver en carne y hueso a esa persona que uno ha oído por la radio, visto en televisión o leído en la intimidad de su hogar. Ese momento de encontrarse frente a frente con esa persona que, aunque realmente desconocida, moralmente es un amigo o amiga con el que hemos pasado muchas horas de nuestra vida, que nos ha entretenido, nos ha hecho pensar, nos ha proporcionado medios para vivir aventuras sin salir de nuestra casa, o sin movernos del césped, o en el autobús... todo ello resulta mágico. Y quizá por eso cada vez más y más personas acuden a estos eventos, que gracias al buen sentido de autores y editores proliferan a buen ritmo con el beneplácito de grandes almacenes, librerías que ven en estos actos una posibilidad no sólo de venta directa sino también de congraciarse de manera original con sus clientes habituales, de clubs y asociaciones que cada vez más recurren a esta singular iniciativa, y en definitiva, de tantos y tantos eventos literarios que van reuniendo en pos de sus fieles lectores a autores cada vez más cercanos y menos desconocidos.
Se mire desde el punto de vista que se mire, las presentaciones de libros son un elemento indispensable en la promoción de una obra. Como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, aunque desde luego los segundos son nimios en comparación con los primeros. La principal desventaja es que normalmente, y salvo raras excepciones, las presentaciones de obras se hacen en poblaciones donde compensa económicamente dicha presentación. Así, es difícil que en poblaciones pequeñas se realicen estos actos. Ello obliga, en el mejor de los casos, a desplazarse varios kilómetros en pos de ese encuentro tan interesante. No obstante, las ventajas son muchas, y sería poco menos que una redundancia enumerarlas aquí.
Sólo resta decir, en interés de aquellos que nunca han asistido a una presentación, que todo en esta vida merece ser probado. Que vayan sin miedo, que acudan hasta aquellos en las que en un principio no se desate mucho interés. Seguro que la experiencia merece la pena, y en el mejor de los casos uno descubrirá autores, libros, temáticas y editoriales que hasta la fecha quizá le habían pasado desapercibidas. Es la magia de los libros, y sobre todo, el la ilusión de las presentaciones.
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