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La Caracterización De Personajes En El Cine De Horror Clásico
por Sara E. Rodríguez

Siempre me han gustado los antihéroes.

La gente se esfuerza en ocultar el lado oscuro, sin saber que más pronto o más tarde saldrá a flote. La mayoría de nosotros somos una mezcla de ángel y de demonio, así que como no podemos evitar ser como somos, nos sentimos identificados con esos personajes de ficción, esos antihéroes que son genuinos. Como los animales salvajes: la belleza y su naturaleza cruel, nos fascina y ejerce un poder magnético.

El objeto de estudio de La Caracterización De Personajes En El Cine De Horror Clásico es el maquillaje y la caracterización dentro de la historia de la cinematografía. Se trataría de una historia del maquillaje centrada sobre todo en el género de horror y, concretamente, en la época dorada de Hollywood (1930–1950). Pero ante todo, se trata de un estudio de la caracterización en las películas, en el cual se analiza su cambio y evolución a lo largo de las décadas.

La caracterización ha quedado muchas veces ocultada por la sombra que sobre ella ejerce o impone el trabajo del director, del actor o del guionista entre otros. Pero la caracterización no sólo es necesaria para toda película que se preste, sino que en algunos casos se vuelve más que imprescindible: nos referimos a los géneros de terror y ciencia- ficción.

No cabe duda de que el marco en el que se centra esta investigación –el cine de terror en general y como punto de partida–, ha sido objeto de múltiples y maravillosos estudios que han aportado datos más que suficientes sobre el cine de terror y sus mitos, por lo que a simple vista pudieran parecer innecesarias y sobradas las posteriores investigaciones. No obstante, y conociendo de antemano los límites y las deficiencias que se puedan plantear, nos embarcamos en esta investigación y revisión de los grandes personajes del género del fantaterror con la intención de aportar nuevos datos y ofrecerlos desde el punto de vista de la caracterización.

En esta investigación se ha otorgado un capítulo a los maquilladores porque ellos fueron quienes construyeron estos personajes, en una época en la que los medios eran escasos. Agudizando el ingenio consiguieron que sus monstruos horrorizaran al público. Todavía hoy día, son muchos quienes intentan recrear la caracterización que hizo Jack Pierce de Frankenstein; y aun con la técnica y los conocimientos, nadie lo ha conseguido.

Es por esta razón que no podíamos olvidarnos de que son ellos los artífices y que se merecen una mención especial. Maquilladores como el malogrado Jack Pierce, que han quedado catapultados por la fama que obtuvieron los directores, los actores y en todo caso, los personajes que ellos crearon. Detrás de cada personaje se esconde un actor y detrás de ambos, una mente prodigiosa, un arquitecto de la caracterización. Por eso, en definitiva y llegados a este .punto, nos preguntamos: ¿y qué es Frankenstein, Drácula, el Hombre-Lobo, etc., sino Jack P. Pierce? ¿No son Quasimodo, Erik, el fantasma de la ópera o el vampiro de London After Midnight, Lon Chaney por partida doble? ¿No fue la famosa producción de la Paramount, Doctor Jekyll y Mr. Hyde, obra de WalIy Westmore, como también lo fue el Monstruo de la Laguna de su hermano Bud Westmore y de Jack Kevan?

A través del análisis de los cinco personajes tipo del cine de horror clásico demostraremos que este género tiene sus estructuras y se diferencia de cualquiera de las películas de subgéneros como el terror, el gore, el suspense o el mondo. La crítica y los especialistas han denominado a todas estas películas genéricamente como de terror y se ha institucionalizado su nomenclatura. Pero esta tesis no sólo va demostrar que sin caracterización no existe horror y terror, sino también, que estamos –estábamos– equivocados al nombrar a este género como de terror. Existe un género que no es nuevo (puesto que ha estado siempre), pero que no conocíamos como tal: el horror. Estamos convencidos de que nuestro trabajo va a abrir una nueva vía de investigación y quién sabe si, además, una reflexión nominal.

Una de las emociones primarias asociadas al placer cinematográfico es el placer de lo desconocido, lo que se aleja de nuestra realidad cotidiana y es lo siniestro lo que inspira temor. Lo siniestro (unheimlich) que describía Freud como aquello que es extraño y familiar a un tiempo. El doble es, sin duda, una manifestación de lo siniestro como lo misterioso, lo oculto y lo secreto que se revela. Y es que el interés que hoy día despierta la representación de lo insólito consigue que esta tesis resulte atractiva a ojos de entendidos y legos en la materia.

Todos nuestros personajes son dobles, puesto que encarnan el mal convirtiéndose en otro ser para acometer fechorías incontrolables e indeseables porque muchas veces se arrepienten de ellas y quieren acabar cuanto antes con la maldición que arrastran de siglos (caso del hombre lobo o la mujer pantera, incluso del vampiro). Así pues, vampiros, monstruos de todo tipo, hombres lobo y perversas son los protagonistas de esta investigación. Investigación que estamos seguros no defraudará y atrapará desde la primera página hasta la última.

¿Son horror y terror lo mismo? ¿Por qué seduce el horror? ¿Qué hay de atractivo en ello? ¿Por qué hay personas que aman este género, mientras a otras les resulta denigrante? Preguntas de este tipo tienen su respuesta en las páginas de la tesis La Caracterización De Personajes En El Cine De Horror Clásico.

Lo que Magdalena Cueto ha venido a denominar dramaturgias del mal nos proporciona el doble placer de hacer retornar lo reprimido, el Mal que nos habita y que hemos temido recibir.

En esta tesis sólo hay cabida para los personajes malos, nuestros verdaderos protagonistas, a pesar de que siempre se entrecruza el héroe que saldrá a escena para defender y salvar a la colectividad de la amenaza que representan nuestros monstruos y demás personajes del horror.

Ahora bien, en la tesis no sólo están los personajes tipo de -lo que se denominará a partir de ahora- la cinematografía de horror, sino que también hay espacio para las mujeres: nos referimos a las perversas. Pero, ¿cómo defender la presencia de las perversas en el horror, en un mundo grotesco, animal y fantasmal?... A través de una mujer: la mujer rebelde (icono de los años veinte), que nace del mito de Lilith y continúa con la vampira (la hija de Drácula), para así dar paso a las mujeres que vinieron después. Lilith, la Condesa Bathory, Lulú…, ellas fueron las primeras transgresoras y representan a la mujer fálica, castradora, y destructora del hombre.

A diferencia de otras películas en las que los elementos horroríficos eran gorilas, momias, hombres invisibles, vampiros y monstruos varios, en las películas que protagonizan las mujeres, el horror viene provocado por la sugestión y por los sentimientos que nos transmiten sus protagonistas: mezcla de maldad y de fuerte sexualidad, que asusta a los hombres, pero que en el fondo les atrae irresistiblemente. Las mujeres protagonistas toman la voz cantante y se imponen frente a una sociedad machista y encorsetada que ya por los años 30 comenzaba a cambiar debido a las fuertes crisis económicas y, en consecuencia, sociales.

La femme fatale, figura heredada de las vampiresas del cine mudo, es un personaje de fuerte personalidad, gran atractivo y sexualmente provocativa, que tienta al hombre para cometer un delito del que ella, en principio, resultará beneficiada. Pero el elemento dramático que siempre coincide es que la femme fatale provoca la destrucción del hombre. Precisamente el éxito o el fracaso del hombre dependen, en gran medida de la capacidad que posea para liberarse de las manipulaciones de la mujer.

En definitiva, la perversa es la mujer que, en el fondo, a todo hombre le gustaría poseer, aunque el prototipo femenino más aceptado socialmente sea otro bien distinto. La protagonista femenina se presenta, por tanto, en el cine de horror como deseable pero a la vez fuerte y peligrosa, salvaje como una pantera; el hombre tiene que controlarla y someterla para evitar ser destruido por ella. La sexualidad va íntimamente ligada a la muerte. Estas perversas encarnan todas las maldades, además de ser seductoras ofrecen riesgo, inmoralidad (la vampira) y destrucción (la mujer pantera).

A las perversas y malvadas las odiamos, pero en el fondo las amamos, sentimos una mezcla de repulsión y simpatía, su sola presencia nos provoca asco –el asco, tan relacionado con el horror– pero las envidiamos... En el fondo, estas películas nos plantean la posibilidad de que todos llevamos la maldad en nuestro interior, que lo que provoca más miedo es no conocer los límites de nuestros actos. Como dice José Manuel Ariza en La Vida Imaginaria, las buenas películas de monstruos son las que plantean la hipótesis de que todos, de alguna manera, llevamos al monstruo dentro de nosotros. Y eso, qué le vamos a hacer, hasta resulta halagador.
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