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La Bulimia Nerviosa
por Josefina Castillo

Vivimos en una sociedad en la cual está de moda ser delgado/a, desconociendo los problemas que ello acarrean puesto que sufrimos un elevado índice de jóvenes con anorexia y bulimia nerviosa.

Los trastornos de alimentación son desórdenes complejos que comprenden dos tipos de alteraciones de la conducta: unos directamente relacionados con la comida y el peso, y otros derivados de la relación de una persona consigo mismo y con los demás.

Existe un conflicto psicológico que es causa de esta alteración, y que debe ser la base del tratamiento. Tenemos que partir de que la característica común de todos los trastornos de alimentación es que dicha conducta alimentaria es anormal, y debemos saber que puede llegar a ocasionar peligro en la vida de la persona que lo sufre.

La bulimia nerviosa se define como episodios incontrolados de comer en exceso (atracones) seguidos normalmente de purgas (autoinducción al vómito), mal uso de laxantes, enemas, o medicamentos que producen un incremento en la producción de orina, ayuno o ejercicio excesivo para controlar el peso. Los atracones, en esta situación, se definen como comer cantidades mucho más grandes de alimentos de las que se consumirían normalmente en un período corto de tiempo (normalmente menos de dos horas).

Los atracones de comida se producen al menos dos veces a la semana durante tres meses y pueden producirse incluso hasta varias veces al día.

La sintomatología específica de la bulimia nerviosa se centra en tres aspectos esenciales:

  1. La pérdida de control sobre la conducta alimentaria que enmarca los episodios recurrentes de ingesta voraz (atracones).
  2. Presencia de mecanismos compensatorios destinados a impedir el aumento de peso.
  3. Preocupación persistente por el peso y la figura.
En todo ello influyen aspectos tanto sociales (valoración actual de la delgadez, estructura familiar..) como psicológicos (estructura de personalidad, baja autoestima..) y biológicos.

Las personas con bulimia nerviosa presentan una serie de características que son: Trastornos depresivos, abusos de sustancias y alcohol (no en todos los casos), propensión a la ansiedad, conducta asocial (intenta evitar la convivencia y relación con otras personas...).

El origen de la bulimia responde a un componente multifactorial:

  • Conductas alimenticias familiares anómalas.
  • Alteraciones nerviosas.
  • Factores psico-sociales.
Los síntomas y signos más característicos de la bulimia son:
  1. Adicción compulsiva por la comida. Tras ingerir grandes cantidades de comida la persona se provoca vómitos o diarrea para evitar asimilar los alimentos.
  2. Obsesión y temor por engordar.
  3. Normopeso o ligero sobrepeso.
  4. Sentimiento de menosprecio y culpa. Baja autoestima.
  5. Depresión.
  6. Miedo a no controlar el proceso bulímico.
Los criterios para diagnosticar de bulimia nerviosa según el Manual DSM–IV son los siguientes:
  • a) Presencia de atracones recurrentes: Un atracón se caracteriza por ingesta de alimentos en un corto periodo de tiempo en cantidades superiores a la que la mayoría de personas ingerirían en un período similar y en las mismas circunstancias. Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento (siente que no puede parar de comer o no puede controlar el tipo o cantidad de comida que consume).
  • b) Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no ganar peso, como son provocación del vómito, uso excesivo de laxantes, ayuno, ejercicio físico excesivo.
  • c) Los atracones y conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos dos veces a la semana durante al menos 3 meses.
  • d) La auto evaluación está exageradamente influido por el peso y la silueta corporales.
  • e). La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nerviosa.
Existen dos tipos de bulimia nerviosa: Tipo purgativo: el individuo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso. Tipo no purgativo: el individuo emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
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