| La cultura del entretenimiento está obligada a ser cíclica, como muchos otros aspectos de nuestra sociedad. Últimamente, en uno de estos ciclos inevitables, los vampiros han regresado del pequeño exilio de sus ataúdes y catacumbas para ocupar la primera plana de la actualidad en carteleras de cine, literatura variada dedicada al género e incluso series para la pequeña pantalla. Como tantos otros temas, sufren un letargo de unos años sólo para volver con energías renovadas. Este es el comienzo de un nuevo ciclo donde el vampirismo se hará la moda dominante, como ya pasó en los noventa gracias a las novelas de Anne Rice y al primer film que inspiraron, de título ENTREVISTA CON EL VAMPIRO.
En este momento en que los seres de las tinieblas por antonomasia retornan, la editorial malagueña Aladena nos ofrece una visión completamente diferenciada recogida en la obra: DIARIO DE UN CAZADOR: LINAJE.
EL ARGUMENTO
La acción comienza en EE. UU., donde una pareja recibe en herencia una vieja casa de estilo victoriano. En su primera visita a la propiedad, acompañados por un grupo de amigos, descubrirán los oscuros secretos que oculta el lugar transcritos en un diario. Ahí comenzará una carrera contrarreloj que no nos abandonará hasta la última página. Observaremos el aprendizaje de uno de los protagonistas en el oficio de la caza, en este caso, de los depredadores más peligrosos que han existido jamás: los vampiros.
Cuando uno piensa en estos seres, lo primero que le viene a la cabeza es ciencia ficción o terror, en cambio, a lo largo de sus ciento sesenta páginas, Iván Martínez Hulin nos relata la transformación personal que debe sufrir un ser humano para afrontar la terrible circunstancia de un mundo que habitualmente permanece vedado a los ojos de todos. Y es que el autor nos muestra pinceladas de una realidad oculta bajo el telón de nuestra propia realidad cotidiana. Partiendo de una premisa conocida, esto es, que cuando las grandes ciudades duermen sólo unos pocos permanecen despiertos, muchos de ellos velando por nuestra seguridad, para descubrirnos que hay otros que también nos velan y cuya existencia desconocemos: los cazadores de vampiros. Miembros de una extraña cofradía que lleva la soledad por bandera y el secretismo como carné, cuyo único objetivo en la vida es dar caza a los lobos que se han ido confundiendo entre los corderos.
Iván afronta el género del vampirismo como excusa perfecta para poder contar una historia humana. Sus personajes, todos ellos perfectamente reconocibles en su caracterización, se ven inmersos en una situación terrible que les obligará a tomar decisiones y afrontar cambios trascendentales que habrán de transformarlos para siempre.
LA NARRATIVA
Inteligentemente, el autor ha elegido una manera de narrar trepidante más cercana al género de la narrativa contemporánea que al de la ficción. Quizá es esto lo que diferencia esta novela de otras de temática similar. Gracias a este medio de escenificar los hechos, nos vemos sumergimos en una trama que se va tejiendo poco a poco, como un gigantesco tapiz que no podemos observar en su totalidad hasta que llegamos al final del libro.
Volviendo la vista atrás, Martínez Hulin parece haber bebido de la misma esencia de Bram Stoker eligiendo una manera de narrar poco ortodoxa. Así, nos ofrece la trascripción de los textos de los diarios de los diferentes protagonistas para entregarnos al final la suma total en lo que sería el auténtico Diario de un Cazador con un guiño al novelista irlandés que todo buen aficionado al género sabrá reconocer y agradecer.
Mención aparte requieren los saltos temporales que nos obliga a experimentar a lo largo de la historia cambiando de época y de protagonistas, lo que hace imposible que la historia se vuelva monótona.
Fácil de leer, imposible de aparcar una vez se ha comenzado debido en buena medida a su ritmo dinámico, la novela nos deja un sabor agridulce y la sensación de ser partícipes de algo que hasta ahora desconocíamos. Las páginas son un dechado de imaginación y un prodigio en cuanto a la construcción de una realidad paralela se refiere, encajando las piezas de manera que al final todo cobra sentido y nada es dejado al azar. Va hilvanando el hilo argumental a través de los extractos de los diferentes diarios, así como de los recuerdos de algunos personajes, obligando al lector a consumir página tras página contagiado de la sensación de que el tiempo está por finalizar. Con una cadencia más cercana al cine que a la literatura, se apoya en una descripción que resulta visual y tangible, sin llegar a hacerse pesada por el extremo detallismo y que no coarta en modo alguno la imaginación del lector.
LOS PERSONAJES
Aún separados por las barreras de la mentalidad norteamericana, consigue construir personajes coherentes y cercanos. Logra introducirnos en su mente y hacernos vivir sus experiencias como si fueran reales. Reconocemos sus relaciones interpersonales y podemos asimilarlas como propias. Igualmente, nos hace comprender sus reacciones y lamentar su pérdida con un magistral golpe de efecto que, si bien, se puede intuir, no deja de impactar.
Carente de grandilocuencia y de adornos innecesarios, sabe centrarse en los sentimientos que logra con éxito exudar en cada página contagiando al lector, ya sea con los extractos que suceden a principios del siglo pasado o en los párrafos que hacen referencia a finales de la misma centuria.
| | "la novela nos deja un sabor agridulce y la sensación de ser partícipes de algo que hasta ahora desconocíamos" |
EL AUTOR
Poco sabemos sobre este joven autor malagueño. Apenas lo que ha dejado entrever en sus escasas entrevistas. Iván Martínez Hulin nace en Málaga un día de mayo de 1976. Crece rodeado de libros y descubre una facilidad innata para contar historias a través de las letras.
Aquejado de problemas de salud durante su adolescencia, vuelca sus esfuerzos en su pasión literaria, observando y analizando el mundo que le rodea. Decide aportar su particular granito de arena a través de sus escritos y comienza su producción literaria a los dieciocho años con UNA ISLA LLAMADA UTOPÍA, su primera novela, a la que pronto sucederían muchas otras.
DIARIO DE UN CAZADOR: LINAJE, fue su tercer libro. En él liberó su ánimo lúdico, creando un relato que, si bien no posee moraleja a primera vista, no carece del humanismo que caracterizan sus escritos.
LA EDICIóN
Cabría destacar por una parte su atractivo y por otra su funcionalidad. Se trata de un libro con unas dimensiones acertadas que lo convierten en manejable y fácil de transportar. La cubierta atrae la atención al primer golpe de vista gracias a su diseño, a las imágenes evocadoras utilizadas y a la gama cromática empleada, mientras que el interior resulta fácil de leer gracias al color blanco de sus hojas, que resalta las letras en detrimento del acostumbrado color crema que tiende a cansar más la vista.
Otro acierto ha sido emplear diferentes fuentes tipográficas, siempre al servicio de la trama, que permiten diferenciar cada texto y que nos sitúan automáticamente en el lugar del personaje que nos ofrece la porción de historia.
VALORACIóN
Un buen libro, sin duda alguna recomendable, que sabe entretener alejado de los planteamientos sesudos, pero sin desdeñar el tema humano que subyace en el fondo de la obra.
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