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Cultura Y Nuevas Tecnologías
por Francisco J. Vázquez

Las nuevas tecnologías han abierto al mundo de la literatura un nuevo universo de posibilidades que hasta no hace mucho tiempo se antojaban cuanto menos lejanas. Si echamos la vista atrás tan sólo unos pocos años comprobaremos que la informática ha supuesto una nueva revolución en cuanto a las letras se refiere. Me atrevería a equipararla con lo que en el pasado supuso la invención de la imprenta.

Y es que hoy día, con un ordenador en casa, tiempo y ganas, cualquiera de nosotros puede dar rienda suelta a su imaginación y plasmar en la pantalla nuestras visiones más íntimas cara a poder publicarlas y difundirlas. Pero, a diferencia de antaño, ahora no necesitamos mucho más que una conexión a Internet y un servidor en la Red (que los hay gratuitos), para que nuestros textos lleguen a un público que no tiene fronteras definidas. Sólo el idioma es óbice para que un texto encuentre, al principio, cierto freno para su difusión.

Así las cosas, podríamos decir que informática y cultura literaria no están reñidas como muchos podrían pensar. Es más, creo que si se utiliza el término de complementación nadie podría echarse las manos a la cabeza alegando que decir eso es poco menos que una herejía. Informática y cultura se complementan, sí. Desde el mismo momento en el que ambas disciplinas, ramas o como quieran ser llamadas, se interconectan en determinados aspectos, siendo una parte importante e integrante de la otra y viceversa.

De esta forma debemos plantearnos que si hoy día cualquiera de nosotros tiene la imperiosa necesidad de difundir al mundo sus textos, sus novelas, sus relatos, sus artículos, o cualquiera de las múltiples disciplinas aglutinadas en el amplio abanico que abarca la oferta literaria, el no hacerlo no es por falta de medios, sino de ganas.

Planteémonos también algunos aspectos en los que muchas personas no caen y que son fiel reflejo de lo expuesto anteriormente. ¿Se han parado a pensar, por ejemplo, la libertad que nos proporcionan hoy día los procesadores de texto? Son fáciles de utilizar, nos proporcionan herramientas útiles como correctores, formatos, posibilidad de edición siguiendo patrones de estilo, e incluso son universales para poder leer esos documentos en ordenadores de todas partes del globo. ¿Y qué me dicen de las impresoras? Si incluso las más baratas son capaces de darnos una calidad de impresión que sorprende. ¿Quién hoy día no podría, desde casa, con un coste bajo y una calidad buena, editar sus propios libros, sus propios facsímiles o sus propios periódicos? Absolutamente todos aquellos que lo quisieran.

Pero dejemos de lado el aspecto casero del asunto y centrémonos en las Webs, un medio de difusión mucho más potente de lo que a la postre uno podría imaginar. Si se paran a pensar en que gracias a este medio el presente artículo, realizado en una población del sur de España como es Málaga, puede ser leído en cualquier lugar del mundo por cualquier persona, sin importar distancia, país, religión, sexo o edad, la cosa da vértigo.

Y es que la utilidad de la red queda fuera de toda sospecha cuando dándonos una vuelta por la misma encontramos que gracias a ella podemos, por ejemplo, disfrutar de relatos, novelas o pensamientos de un montón de personas dispersas por todo el mundo que, de otra forma, es posible que jamás hubiésemos podido disfrutar.

En Internet podemos encontrar, de forma gratuita, libros, periódicos, revistas, artículos, comentarios, opiniones, tesis, estudios, trabajos de investigación, foros de debate... todo lo que nos propongamos. Aunque lo mejor de todo no es ya que podamos encontrarlos, sino que nosotros mismos podemos ser partícipes de ello aportando nuestros trabajos a ese mundo cibernético que cada día nos es menos ajeno.

Estoy seguro que si nuestra palabra se difunde, que si con nuestro trabajo, nuestro pensamiento u opinión conseguimos ayudar, divertir, entretener o emocionar a otra persona, esté en la casa de al lado o en continente más alejado, cualquier esfuerzo habrá merecido la pena. Y eso, no lo olvidemos, se lo debemos en gran parte a la relación estrecha que informática y cultura han comenzado. Si en este comienzo todo se ve con tanta fuerza y tantas posibilidades, ¿qué nuevas sorpresas nos deparará el futuro? Nadie lo sabe, sólo es cuestión de esperar... pero tal y como avanza el mundo de la tecnología, sea lo que sea estará aquí antes de que nos demos cuenta de ello. Y eso hay que aprovecharlo.
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