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Jesús Callejo
 por Francisco J. Vázquez

La brujería evoca, aún en nuestros días, sentimientos dispares tales como temor, rechazo o admiración. sin embargo el término en sí es muy ambiguo y desconocido. ¿qué podemos desprender realmente de él?
En el libro planteo que hay dos clases de brujería, la folklórica y la satánica y ésta se puede decir que es un invento cristiano aunque no la crea la Inquisición como a veces se ha dicho. La etimología de la palabra bruja y su historia se circunscribe al siglo XIII en adelante. Antes había adivinadoras y hechiceras, no brujas. Cuanto más atrás nos remontemos en el tiempo, encontraremos referencias a monstruos, vampiros, seres femeninos pavorosos que raptan niños, se transforman, vuelan y chupan la sangre, entidades que luego fueron equiparadas a brujas, pero no son brujas propiamente dichas. A partir de la caza de brujas es cuando heredamos todos esos conceptos peyorativos que todavía hoy arrastramos.
A lo largo de la historia la brujería ha convivido con el ser humano en una armonía relativa. ¿qué ocurrió para que dejara de hacerlo?
Cuando estas mujeres dejaron de estar asociadas a consejeras y a los remedios terapéuticos que aplicaban para curar enfermedades y se les vinculó al diablo, las buenas relaciones que mantenía le pueblo con la hechicera se deterioraron y pasó a convertirse en bruja, luego en hereje y por último en un ser que había que perseguir y exterminar.
Salvo referencias muy contadas en el libro centras tus esfuerzos en la figura de las brujas. fue sobre mujeres sobre las que la leyenda negra actuó más. ¿hubo una auténtica persecución por su simple condición de féminas?
Si acudimos a las estadísticas nos damos cuenta que los procesos por brujería a mujeres fueron mayoritarios. El rey Jaime I de Inglaterra estimó que por cada hombre que se entregaba a la brujería lo hacían veinte mujeres. Y los hechos parecían darle la razón: de todas aquellas personas que fueron perseguidas oficialmente por brujería, entre el 80 y el 90 por ciento fueron mujeres.
Hay autores que afirman que durante las décadas de persecución y exterminio a las brujas se cometió en europa y el nuevo mundo un auténtico genocidio. ¿es eso cierto?
Las cifras de víctimas fueron muy altas, pero no escandalosamente altas. Es verdad que se puede considerar una masacre y un genocidio pues fue el exterminio sistemático de un grupo social por motivos de religión. Pero hay que ser rigurosos en los datos. Nos han dicho que en Europa murieron entre cien mil y doscientas mil personas y la realidad es que fueron unas 50.000 durante los tres siglos que duró la caza de brujas.
Un dato a tener en cuenta, y que es exponente de lo mucho que se desconoce el tema pese al interés que despierta, es que la iglesia protestante fue más beligerante que la católica en cuanto a la persecución, tortura y muerte de brujas. ¿a qué crees que se debió?
Alemania, de religión protestante, fue la tierra clásica de la brujería, donde más las persiguieron, más las torturaron y más ejecutaron. Algunas fuentes hablan de cien mil muertos (como la Nelson Encyclopaedia). Hoy sabemos que no pasaron de 25.000 ejecuciones, y aún así fue el país que más mató. A diferencia de los prelados católicos, Lutero, Calvino y sus seguidores acentuaron mucho más la creencia popular en el poder del demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su interpretación literal del mandamiento bíblico, abogó por su definitiva exterminación y el fundador del metodismo protestante, John Wesley, justificó esas matanzas exclamando: “No creer en la brujería es no creer en la Biblia”.
Resulta aterrador comprobar lo fácil que un rumor, una acusación hecha de mala fe o la simple apariencia física podía costarle la vida a una persona. ¿cómo pudo degenerar tanto la situación?
Por un lado, la bula papal de Inocencio VIII que autorizaba a los inquisidores Kramer y Sprenger a sistematizar la persecución contra las brujas, algo que estaban esperando y deseando impacientemente todos aquellos fundamentalistas religiosos que buscaban una buena excusa para empezar su caza de brujas. Y por otro, dos años después, en 1486, apareció el famoso Malleus Maleficarum (o Martillo De Las Brujas) que dio el tiro de gracia para muchas de ellas, obra de dos dominicos inquisidores, psicópatas y misóginos por más señas, llamados Jacob Sprenger y Heinrich Kramer. El Malleus dio credibilidad a los rumores más infundados y a todas las fechorías absurdas que se les achacaba como que volaban en escobas o se transformaban en alimañas.
Los métodos que se utilizaban para comprobar la veracidad o falsedad de las acusaciones de brujería eran tan absurdos como inútiles en la inmensa mayoría de casos; sin embargo eran considerados como auténticas pruebas de fe. ¿de dónde surgían y quienes los aplicaban?
En Inglaterra, por ejemplo, surgió un nuevo y lucrativo oficio, el de buscadores de brujas, también llamados prickers o punzadores, que recibían una buena gratificación por cada mujer a la que introducían agujas en su cuerpo para averiguar si era bruja y que luego entregaban para su ejecución. Solían buscar marcas del diablo –cicatrices, manchas de nacimiento o nevi– que, al pincharlas con una aguja, no producían dolor ni sangraban. Como es lógico, un callo o una verruga no sangran y son insensibles cuando se los pincha con un alfiler. Inexplicablemente, esta reacción era prueba de brujería, por no hablar cuando utilizaban punzones trucados que no se introducían en la piel. Todo valía para cobrar la recompensa. Lo malo es que los jueces civiles o religiosos lo consideraban una prueba indiscutible de su culpabilidad o de sus pactos con el demonio. Una psicosis en la que cayeron incluso personas prestigiosas que eran las que dictaban estas normas.
¿Cómo es que en la edad media hubo una menor persecución de la brujería que en el renacimiento?
Hay muchos errores entorno a la brujería y uno de ellos es considerar que la matanza se produjo durante los años medievales. Los historiadores actuales están de acuerdo en que la caza de brujas inquisitorial se desarrolló a raíz de la publicación del Malleus Maleficarum (1486) y, en todo caso, entre 1450 y 1750, tres siglos de horror, tormentos, torturas y ajusticiamientos. Un periodo que el investigador R. Hoppe Robbins llamó "la impresionante pesadilla, el crimen más enloquecido, la vergüenza más profunda de la civilización occidental”. Como verán, durante esos tres siglos muy poco corresponde a la Edad Media que oficialmente termina con la caída de Constantinopla en 1453.
¿Es cierto que hubo un par de santos cristianos implicados en temas de brujería?
Hubo varios santos que en sus orígenes coquetearon con temas hechiceriles. Dos santos que fueron nigromantes y brujos antes de abrazar el cristianismo fueron san Luciano y san Marciano, según sus respectivas hagiografías, cuya especialidad eran los filtros amorosos. Otro de ellos fue el célebre san Cipriano de Antioquia y también dicen que frecuentó estas artes el portugués Fray Gil de Santarem, muerto en el siglo XIII. Hoy es beato y, según la leyenda, estaba obsesionado por encontrar el secreto de la naturaleza. Por esta razón, pidió permiso para irse a París y allí vende su alma al diablo a cambio de los secretos de la magia negra, mostrando sus dotes como hechicero hasta que una visión sobrenatural le conmueve y rescata su alma arrepentida por intervención de la Virgen. Esencialmente se trata de una manifestación de la leyenda de Fausto. Sus experiencias sirvieron de modelo para la comedia El Esclavo Del Demonio de Antonio Mira de Amescua.
Nuestro país fue escenario en 1610 de uno de los procesos contra brujas con más implicados (cerca de 300). eso da pie a preguntar qué implicación tuvo españa en la persecución de éstas.
Sabemos que desde 1526 a 1596, tal como afirma Lisón Tolosana, la Inquisición no permitió que se quemara ni una sola bruja ni que se encarcelaran sin su consentimiento. Caso absolutamente único en toda Europa. La Suprema era un bastión de sensatez frente a la locura brujeril que imperaba en el resto de Europa. De los 49.000 procesados que hubo en España entre 1550 y 1700, gracias a los registros de causas de fe, sabemos que las proposiciones heréticas, los moriscos y los judaizantes se llevaban la palma en cuanto a cantidad de procesos, siendo menos intensa la actividad inquisitorial en asuntos de supersticiones y los casos de brujería. A partir de 1611 no se ejecutó a nadie más por el delito de brujería, si bien continuaron los procesos y las condenas por hechicería. En total, la Inquisición mandó a la hoguera a 59 brujas, incluidas las seis del procedo de Zugarramurdi (Auto de Fe de Logroño de 1610). En conclusión, España fue un país modélico en cuanto a la caza de brujas y eso es algo que a muchos les extraña pues ha circulado una leyenda negra que nos han dicho lo contrario por el hecho de que nuestro país fue donde más tarde se abolió la Inquisición.
Algo que me llama la atención es que insistes mucho en que debemos diferenciar entre hechiceras y brujas. ¿por qué?
Porque, sencillamente, no es lo mismo. Las brujas es un fenómeno reciente. Para entendernos, hechiceras siempre han existido y siguen estando en las sociedades contemporáneas. Su rastro –y su rostro– son fáciles de seguir. En cambio, de las brujas su existencia es más dudosa pues aunque muchas fueron acusadas de ello, sus testimonios estaban forzados por la tortura. Nunca hubo pruebas concluyentes y, para colmo, a la bruja se la añadieron características sobrenaturales y demoníacas que aún hoy están por demostrar. Lo que sí ocurrió es que muchas hechiceras y adivinas fueron convertidas por las leyes civiles y religiosas en malvadas brujas que firmaban pactos con el diablo para obtener así sus poderes y la brujería fue atacada de manera implacable. Con la hechicería no llegaron a tanto, salvo en el periodo en que se llegó a confundir a ambas. En resumen, la brujería forma parte de la religión y la hechicería del folklore.
Reproducido con el Permiso de MAS ALLÁ. Entrevista aparecida en MAS ALLÁ, Nº 220 / Junio 2007, páginas 104/ 105.
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