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Beatriz Vera
 por Francisco J. Vázquez

Sabemos que la psicología es para ti un trabajo, y el cine una pasión. ¿de dónde surge la idea de entrelazar en una misma obra psicología y cine?
La idea de tratar ambos temas viene de un intento de abordar dos campos que llevan recorriendo caminos convergentes desde sus comienzos. Poco tiempo había pasado desde que los Lumiere presentaran su cinematógrafo cuando ya se estrenaban películas relacionadas con la locura y sus manifestaciones, como la famosa El Gabinete Del Doctor Caligari, en 1915, y desde entonces el cine no ha dejado de interesarse por este tema, extrayendo argumentos, guiones y narraciones. Además, qué mejor que escribir sobre lo que uno sabe y sobre lo que a uno de le apasiona!
Antes de entrar en materia querría saber si la visión que nos da el cine de lo que son las enfermedades que tratas en tu obra son, por regla general, mitificadas en exceso y por tanto distorsionadas de lo acontecido en la realidad, o bien suelen ceñirse a lo que existe fuera de una sala de proyección.
La visión que da el cine de la enfermedad mental está, desde luego, distorsionada. En general, creo que hay dos tendencias claras; algunos trastornos se dulcifican en extremo y se presentan cercanos a una concepción romántica, algo que podemos apreciar muy claramente por ejemplo en películas que tienen como protagonistas a personas con algún retraso mental, como Forrest Gump o Yo Soy Sam. Otros trastornos en cambio, se demonizan y se asocian a violencia y criminalidad, algo que ocurre especialmente en trastornos psicóticos, como la esquizofrenia o en el trastorno de identidad disociativo, en películas como Session 9 o Identidad.
Resulta fascinante comprobar cómo la psicología es capaz de descifrar, a través de las interpretaciones de actores, diferentes patologías que hicieron singulares a los personajes interpretados. ¿existen diferencias de conducta entre los actores y los realmente enfermos? ¿puede llegar a interpretarse fielmente una de estas enfermedades?
La mayoría de los actores que interpretan este tipo de papeles realizan una buena labor de documentación para desarrollar su personaje, que incluye contactos con personas que padecen la enfermedad, o con especialistas profesionales, visionado de videos… Gracias a ello, en muchas ocasiones consiguen una interpretación muy cercana a la realidad. Además, es bien sabido que es el tipo de papeles que atraen a los miembros de la Academia y también al público en general, por lo que los actores suelen poner especial esfuerzo en interpretarlos. Aún así, es difícil hacer diagnósticos precisos a partir de la interpretación de un actor, pues la práctica profesional requiere horas de estudio y análisis del paciente y sus conductas. De todas formas el problema en la veracidad de este tipo de películas suele proceder de lacras en el guión o en el argumento más que de la mala interpretación.
Puestos a elucubrar, y ya que las interpretaciones según apunta en su libro son de un realismo bastante elevado, ¿cabría sospechar que a la hora de cometer determinadas acciones pueden fingirse estas patologías de una forma tan veraz que pueda ser difícil diferenciar si se padece una o si se aparenta?
Por supuesto, de hecho hay un apartado en el Manual de los trastornos mentales (DSM–IV–TR) dedicado a trastornos fingidos, técnicamente conocidos como trastornos facticios, en los que el paciente finge estar enfermo sin que existan incentivos externos que justifiquen su fingimiento, salvo la simple necesidad de asumir el papel de enfermo. Otra cosa es lo que se conoce como simulación, que conlleva simular algún tipo de trastorno con el fin de obtener algún beneficio. Este es un recurso que a veces han utilizado asesinos en serie –como Ted Bundy, que simuló tener varias personalidades–, para librarse de la condena que pesaba sobre ellos. En este sentido destaca una magnífica película, Las Dos Caras De La Verdad, en la que el protagonista simula un trastorno de identidad disociativo logrando engañar al juez, al jurado y al propio espectador.
Supongo que resultará complicado de discernir, pero no puedo dejar de preguntarte dónde está el límite definido entre una interpretación y una acción real. ¿existen métodos capaces de diferenciar ambas de una manera parcialmente fiable?
El psicólogo clínico debe estar lo suficientemente preparado para ser capaz de efectuar un diagnóstico certero a partir de los síntomas de su paciente. Sin embargo, muchos síntomas se solapan en diferentes trastornos, por lo que hay que ser cauteloso y muy observador. Los juicios clínicos requieren un análisis pormenorizado, cada paciente es un mundo, y hay que contar con la mayor cantidad de datos posible para poder realizar una buena valoración.
¿Qué tipo de patologías son las que más te llaman la atención ver en la gran pantalla? ¿por qué?
El trastorno de identidad disociativo o personalidad múltiple es sin duda la estrella, por la posibilidad de ofrece de dar un giro sorprendente al final de la trama, cuando se descubre que lo que creíamos diferentes personajes era en realidad uno sólo pero con varias personalidades. En esta línea destaca Identidad, una película en la que un asesino en serie tiene nada menos que once personalidades diferentes que durante más de media película se nos muestran como once personajes diferentes.
¿Cuál es la que en tu opinión requiere una mayor implicación del actor/actriz, la más difícil de hacer creíble?
La esquizofrenia es muy compleja y requiere un gran esfuerzo interpretativo por parte del actor. La depresión por su parte es un trastorno que muy pocos actores han logrado interpretar en toda su crudeza, tendiendo a mostrarse tristes o decaídos pero nunca manifestando las devastadoras consecuencias físicas y psicológicas del trastorno.
¿Podría llegar alguien interpretando a meterse tanto en un personaje que le resultase difícil distinguir la realidad de la ficción?
Desde luego, aunque no es común si ha ocurrido en varias ocasiones. Son míticos los casos de Johnny Weissmuller, que terminó creyendo ser su propio personaje de Tarzán, algo similar a lo que le ocurrió a Bela Lugosi con su personaje de Drácula. Ambos habían interpretado los mismos papeles durante años en un sin fin de sagas y secuelas. Sobre este tema hay una interesante película de los años 50, Doble Vida, en la que un actor de teatro no puede evitar asumir la personalidad de los personajes que interpreta.
La particularidad de imÁgenes de la locura es que analizas las patologías y, posteriormente, haces un análisis de algunas películas en los que tal particularidad es uno de los caracteres principales de un personaje. dime una interpretación que como profesional de la psicología te sorprendiese por su verosimilitud.
Hay una película, totalmente desconocida en España, Dirty Filthy Love, que sólo se puede adquirir en DVD en el extranjero, en la que el protagonista padece un trastorno obsesivo compulsivo con síndrome de la Tourette. El guión está co–escrito por un paciente, por lo que el nivel de veracidad de la cinta es sorprendente, y el actor es absolutamente magnífico, dotando al personaje de una realidad devastadora.
Análogamente, dime algún ejemplo de algún papel en el que pese a los intentos no se consiguiese un realismo pleno que satisficiese a un profesional en tu campo, aunque sí a un público general no preparado en la materia.
Una película bastante polémica en este sentido es Mejor… Imposible. El problema en este caso no es una mala interpretación del protagonista, sino la ambigüedad con la que presenta el trastorno, asociado a una personalidad neurótica, misógina, homófoba y desagradable que parece dar a entender que es propia de un obsesivo compulsivo, cuando esto no es cierto en absoluto. Otro caso es el de Elizabeth Sue en Molly, una buena actriz que nos deslumbró en Living Las Vegas, que en este caso no consigue dar la talla en su papel de joven autista, mientras que Dustin Hoffman en la mítica Rain Man interpreta con maestría un papel similar.
¿Cuál es, a tu juicio, el tipo de patología que más incomoda a los espectadores, y cuál en cambio la que más cariño o sentimientos positivos genera?
La esquizofrenia es sin duda el trastorno que más incomoda y disgusta al espectador, sobre todo en cuanto suele ser confundida con la psicopatía, más en concreto con los psicópatas asesinos. En el otro extremo, el retraso mental o el autismo son trastornos en muchos casos entrañables que dan lugar a personajes muy queridos, como Forrest Gump o Rain Man. Esto tiene que ver con los estereotipos que ha ido conformando el cine con los años y con las dos tendencias de distorsión que comentaba antes.
En imÁgenes de la locura aparece una larga lista de enfermedades mentales, algunas de las cuales despiertan un miedo considerable en los espectadores. ¿te atreverías a señalar aquella que más pavor genera entre el público?
De nuevo la esquizofrenia, que se asocia además a la psicopatía, a los asesinos en serie más en concreto. La esquizofrenia es la forma prototípica de locura: un loco es aquel que ve y oye cosas que no son reales. Hay un durísimo estigma social hacia las personas esquizofrénicas y el cine y en general todos los medios de comunicación han jugado un gran papel en su formación y mantenimiento.
Beatriz, algo que siempre me ha llamado la atención es saber por qué a los espectadores nos gusta, cuando vamos a un cine a ver una película, pasar miedo de forma consciente con personajes que en su demencia llevan el terror y la desolación a aquellos con los que se cruzan.
Creo que hay algo de voyeurismo morboso en cada uno de nosotros que nos lleva a sentir atracción por las desgracias. También es siempre una forma de catarsis, de liberar demonios: de igual manera que no podemos evitar mirar en un accidente, nos fascina ver la desgracia ajena porque de alguna manera nos recuerda que nosotros estamos a salvo.
Muchos de los personajes cinematográficos presentan una mezcla homogénea entre sintomatología mental y fenomenología paranormal, que normalmente es la que desemboca o canaliza las acciones futuras en la trama. ¿tú, como psicóloga, crees en estos fenómenos?
Una película como por ejemplo El Resplandor pierde gran parte de su esencia si limitas la explicación a un caso de psicosis y obvias los componentes fantásticos y paranormales presentes en la cinta. No creo ni dejo de creer en estos fenómenos, a mi modo de ver se trata de fenómenos que se escapan a una comprensión inmediata, y para los que unas personas eligen unas explicaciones determinadas y otras eligen otras, nada más.
¿Puede una patología verse acentuada por determinados fenómenos que se englobarían dentro del mundo de los desconocido? ¿o son esos fenómenos producto y prueba evidente de algún tipo de trastorno?
Durante siglos la esquizofrenia fue tratada como algo sobrenatural, como una suerte de posesión demoníaca. Hoy, simplemente le hemos cambiado la etiqueta, damos explicaciones diferentes para el mismo fenómeno, y de hecho los sacerdotes que realizaban curaciones entonces actúan en parte como los terapeutas de ahora. En el libro Malleus Maleficarum del siglo XV ya se describen formas de locura a partir de observaciones clínicas y se especula sobre su significado, atribuyéndolo a toda clase de fenómenos paranormales, que hoy en día se identifican con etiquetas psiquiátricas diagnósticas.
Algunos personajes de la talla de jack nicholson (el resplandor), tim robins (la escalera de jacob) o linda blair (el exorcista) experimentan trastornos en los que el componente paranormal no sólo les afecta a ellos, sino también a su entorno más cercano. ¿es esto sólo producto del cine, de una patología, o hay algo más allá que la psicología no puede explicar?
Pueden encontrarse explicaciones psicológicas para todos y cada uno de los fenómenos que no comprendemos, otra cosa es que creamos en ellas o no. Como ya he dicho todo depende del significado que se le atribuya a unos comportamientos determinados. Sería fácil encontrar a un profesional de la salud mental que encuentre causas psicológicas a cualquier fenómeno considerado parapsicológico por otros especialistas. El cine, lógicamente, se ha sentido encandilado por estos elementos paranormales, y así también el espectador.
En la película el exorcismo de emily rose nos encontramos una posesión diabólica que desde la iglesia es inequívocamente real y desde la ciencia un simple trastorno muy localizado. ¿se delimitan fielmente en el cine las fronteras entre creencias y síntomas de un trastorno?
Esta película es excelente en cuanto refleja precisamente esa dicotomía de la que hablo en la respuesta anterior. ¿Estamos ante una posesión demoníaca o ante un caso de trastorno psicótico? El final de la cinta es más excelente aún por cuanto establece que, aún siendo falsa o verdadera objetivamente la posesión, lo importante es que para esa familia sí lo era, de modo que al final eso es lo relevante, la explicación que los implicados dan al estado de la chica.
¿Qué opinas del fenómeno de la posesión?
Durante siglos se han relatado posesiones, para los especialistas son sin duda una forma de trastorno mental. Creo que la película de Emily Rose da en el punto clave, al entender que lo importante no es tanto la realidad objetiva (¿acaso la hay?) sino la subjetividad de los afectados y su entorno.
Has elaborado una obra muy completa donde psicología y cine van de la mano. pero dinos, ¿cuál es la película donde tú has llegado a pasar más miedo, independientemente de la temática?
No paso demasiado miedo con las películas de este género, yo me decanto siempre por las de terror clásicas, que no generan ese miedo de saltar de la butaca pero sí un mal cuerpo progresivo, una tensión que aumenta según avanza el metraje.
¿Con qué nuevos trabajos tienes en mente sorprendernos más adelante?
De momento estoy en un periodo de descanso, pues escribir este libro ha sido una dura tarea de documentación y visionado de cientos de películas. Hay algunas ideas barajándose que espero vean la luz algún día, pero por ahora estoy en un break.
Reproducido con el Permiso de MAS ALLÁ. Entrevista aparecida en MAS ALLÁ, Nº 220 / Junio 2007, páginas 104/ 105.
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