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Antonio Ruiz Vega
 por Francisco J. Vázquez

portada Ruiz Vega
Define a antonio ruiz vega.
Creo que es difícil definirse a uno mismo. Además uno evoluciona con el tiempo. Creo que tengo un fondo de rebeldía y por otra parte soy una persona tremendamente conservadora. Con los años cada vez más solitario. Tengo un concepto muy alto del amor, del honor, de la fidelidad. También una gran curiosidad por las cosas más dispares. Esto que puede ser una virtud, es también un defecto, me impide concentrarme en las cosas, o al menos lo hace más difícil. Mi gran pasión es la libertad y busco en todo lo que hago la autenticidad. Por eso soporto muy mal en los otros la doblez, la chapuza, la improvisación. Creo que tengo un sexto sentido para detectarlo en los demás. Así que mi vida, en España, el país de la chapuza, es bastante dura. Esto y otras cosas las sobrellevo gracias al humor, la ironía y a veces el sarcasmo… Creo que el humor, aunque sea peculiar, es otro de los factores que me definen. Quienes me conocen a fondo insisten en afirmar que soy bastante divertido, aunque me temo que no siempre. Que se lo pregunten a mis enemigos.


¿Cómo, cuando y por qué te animas a adentrarte en el apasionante mundo de los libros? ¿cómo surge el ruiz vega escritor?
Como suele suceder, por razones familiares. No porque mi padre sea escritor, pero sí un artista, un intelectual. En la casa paterna había biblioteca, lo que es fundamental para despertar una vocación de este tipo. Más tarde mi padre abrió una librería, así que el mundo de los libros siempre ha estado como trasfondo desde hace mucho. Uno de mis tíos es también escritor y mi primo Gonzalo Ruiz Zapatero es una de las autoridades actuales sobre el celtismo. En cuanto a la pasión por escribir, surge también muy pronto. Mi primer artículo es de 1967, cuando tenía doce años y ya habría escrito muchas cosas antes, que se han perdido. Pero es cierto que, aunque desde entonces no paré de escribir (comencé a colaborar con la prensa en 1973), hay un largo periodo donde me intereso por otras cosas. Mi carrera pictórica, que nunca sé si ha acabado del todo, me apartó de la escritura y de la prensa durante algún tiempo, y ha habido otras pasiones, por ejemplo la fotografía, la política… Siempre he aspirado al ideal renacentista y la verdad es que, bien o mal –que esa es otra– he procurado interesarme por muchas artes, técnicas, etc. He hecho pinitos en casi todo, salvo la música, donde sólo me muevo a nivel de usuario, pero para compensar he tenido dos hijas que son grandes músicas, Beltane (contrabajo de la Jonde) y Belisana (guitarrista).


He comprobado que tu actividad literaria es muy extensa, y que se centra mucho en las investigaciones históricas. a todas luces un trabajo doblemente complicado, por lo que conlleva la investigación y saber plasmarlo cara al publico. ¿por qué te decantas por ese género?
No soy un investigador histórico, aunque en ocasiones me han confundido con eso. Pero soy muy consciente de mis limitaciones. Ahora bien, lo que siempre he observado es que los historiadores, arqueólogos, escriben en academiqués (no todos), es decir, que complican voluntariamente su lenguaje, parece que escriben los unos para los otros, para sus escalafones y cucañas, y el gran público no se entera. Por eso siempre ha habido unos intermediarios que antes se llamaban publicistas que eran los que servían al gran público estos contenidos, dándoles una forma atractiva. Me gustaría pensar que eso es lo que hago. Pero, en fin, esa es sólo una faceta de mi obra. Hay otra parte que es etnográfica, folklorista, la de ensayo y crítica literaria y la de pura creación que es, curiosamente, la que menos he cultivado hasta ahora. En cuanto a la dificultad no es tal, porque sólo toco temas que me han interesado mucho previamente: las cosas deberían hacerse sólo por pasión.


Soria está muy presente en tu trabajo. ¿cómo llega uno a apasionarse e interesarse tanto por una tierra?
Es inevitable. Cuando redacté el Diccionario De La España Mágica (donde partía de la obra de Sánchez Dragó, pero añadí muchísimo de mi cosecha) me di cuenta de que el contenido soriano era abrumador. Por fortuna los de Espasa no me dijeron nada, pero aparté lo que había relacionado con Soria y daba para un libro de doscientas páginas. Esto es deformación, no sé si profesional o de qué tipo, lo reconozco. En Los Hijos De Túbal ha pasado casi lo mismo, aunque procuré contenerme y además en este tema estaba mucho más justificado, porque es cierto que la Celtiberia fue fundamental en aquél periodo histórico, no es pasión de madre. Y no sé por qué me apasiona tanto Soria, porque el ambiente intelectual es verdaderamente penoso y el interés por la cultura prácticamente nulo. A veces es para echarse a llorar. Hace pocos días llevábamos un libro nuevo a un pueblo (no voy a decir el nombre), un libro que estudiaba precisamente aquel pueblo, escrito por una persona de la localidad y en una librería en vez de acogerlo con entusiasmo, lo tomaron poco menos que como una afrenta personal. En otra ocasión casi tuve que proteger físicamente a un novelista bastante conocido, de origen soriano, al que medio querían linchar en su propio pueblo, y esta misma mañana me llamaba otro al que han amenazado con un proceso. Para una provincia tan pequeña hay que reconocer que la mala uva por centímetro cuadrado es altísima ¿no? Y las instituciones tienen un completo desprecio e ignorancia por la cultura. Es alucinante…

Ahora bien, queda la tierra, y eso es lo fundamental. En el fondo la Soria que yo amo no tiene gran cosa que ver con la Soria del día a día que cada vez me interesa menos, es una Soria soñada, mítica, que intuí en los primeros años de mi juventud y a la que me las he arreglado para ser fiel.

Pero tengo muchos otros amores. Ibiza, mi tierra natal, Euskadi, que es un amor ya muy antiguo, Galicia, siempre idealizada, Asturias, Cataluña, de la que tengo tantos recuerdos… hace poco descubrí Extremadura. Mi madre es andaluza (de Arcos de la Frontera). Y Castilla –tierra de hombres libres– es la gran inspiradora de toda mi obra.


Diriges una revista... ¿qué es abanco? ¿cómo surge, por y para qué?
Abanco es una revista local, lleva el nombre del primer pueblo de la provincia por orden alfabético. Trata de mantener encendida la llama de la cultura soriana, y de ser un lugar de encuentro y debate. A diferencia de casi todas las revistas culturales que conozco, que aunque se editen en Matalascabrillas del Campo dicen ser cosmopolitas, aspirar a la universalidad y cosas así y terminan dedicando un número extra a Tomas Wolfe o a Fassbinder, Abanco es voluntariamente localista, aunque luego aparezcan artículos de Jünger, Vintila Horia y un largo etcétera, pero siempre relacionado con la tierra de Soria. Por Abanco han pasado grandes firmas, desde Julián Marías, Rafael Alberti, Andrés Trapiello, pero siempre con el leit–motiv de lo soriano.

Y surgir, surgió en uno de mis exilios en Madrid, realmente nació en Madrid, cosa lógica porque el soriano es un pueblo de diáspora, y se nota bastante en los primeros números, donde aparecen colaboraciones de los más arriba citados o Joaquín Albaicín, Francisco Javier Satué, María Vassart, etc. Llevamos 43 números y para ser una revista tan local (dirigida a un público potencial de unas 80.000 personas, que somos los que quedamos en Soria y provincia) tiene bastante difusión. Lo que pasa es que los que la hacemos estamos físicamente un poco cansados. No tiene ninguna ayuda. Da mucho trabajo y como sólo es viable si nadie cobra un duro, pues eso, que llega un momento que te cansas o te dedicas a algo más fructífero. A diferencia de otras provincias, aquí ayuntamiento, diputación, gobierno autónomo, cajas de ahorros, huyen de la cultura como de un incendio. Y el voluntarismo acaba agotándose. De todos modos, como dice mi amigo de Albacete, Francisco Bonal García: “El voto de pobreza nos libra del de obediencia”.


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Recientemente has publicado tu último libro con la editorial la esfera de los libros. se titula los hijos de tubal. háblanos un poco de él.
El libro, que hace ya el número trece, es una Mitología Ibérica y de hecho está subtitulado así. El título definitivo lo elegimos muy al final, fue uno de los que propuse y la editorial eligió ese, porque sonaba bien. Pero la idea fue la de elaborar una Mitología Ibérica. Ellos conocían el Diccionario De La España Mágica y les había sorprendido la cantidad de información que contiene (son 742 páginas, unas 1.500 entradas) y además, Javier Sierra les había propuesto mi nombre. Yo les advertí de los problemas que se planteaban, es decir, que era un tema donde no había demasiadas cosas, que disponíamos de pocas fuentes y muy fragmentarias, les hice un primer proyecto que fuimos matizando y fue tomando forma hasta que me dieron el visto bueno. Y, bueno, el libro está dividido en cinco partes. La primera habla de los fundadores míticos de España, la segunda se centra en la civilización tartésica y en una serie de mitos fundacionales de lo español. La tercera sistematiza por orden alfabético lo que podríamos llamar leyenda áurea de los héroes (Viriato, Sertorio, Indíbil y Mandonio y muchos otros menos conocidos, pero tratados de un modo distinto al patrioterismo del bachillerato, por ejemplo se demuestra que Roma nunca dijo que "no pagaba a traidores", etc.). La cuarta se centra exclusivamente en los dioses, tanto los autóctonos como los importados y el último, que hace un guiño al libro de Jiménez Losantos Lo Que Queda De España, entra en la cuestión capital, "¿qué queda de todo aquello?", que yo creo que bastante.

En conjunto yo creo que es un libro que se lee bien (y eso me transmiten cuantos lo han leído), que mantiene la atención y que sin caer en especulaciones gratuitas, aporta algunas interpretaciones propias. Yo creo que al gran público le va a enseñar muchas cosas que desconocía. Personajes misteriosos como Olónico y su lanza, o el viaje a la india de Eudoxios, con tripulación gaditana (se llevó bailarinas y carpinteros (¿)), las hazañas de Hércules, que recorren casi toda la península y tienen uno de sus epicentros en Cádiz, la existencia de otra Iberia en el Cáucaso, el propio Túbal, que dejó España sembrada de topónimos que llevan su nombre, el bandido cántabro Corocotta que estaba en “busca y captura” por los romanos y se presentó él mismo a cobrar la recompensa, etc. La península era entonces el Far West, una época apasionante, donde se definen muchas de nuestras señas de identidad.


Nuestro país es un país con un fuerte arraigo mitológico. ¿qué hay de cierto, de verdad, en los hijos de tubal sobre esas cuestiones tan apasionantes que nos planteas? por ejemplo, sobre la posibilidad de que los gallegos poblasen irlanda, o que aquí estuviese el jardín de las hespérides, o que éste fuese el solar de la atlántida.
La cuestión de la verdad histórica yo creo que no es lo importante. Aunque también la hay o puede haberla. Recordemos que la Illíada se tenía por fantástica hasta que Schielemann excavó Troya. Si leemos la Eneida de Virgilio no tenemos porqué tomarnos en serio que Roma la fundara Eneas, ¿no? Pero todas las cosas que yo digo en el libro tienen una apoyatura documental, luego depende de la credibilidad de esos documentos. La repoblación de Irlanda por pueblos procedentes de la península no es una hipótesis descabellada, otra cosa es que se produjera de un modo tan poético como la recoge Armigin. Pero es evidente que hay un rastro racial (el DNA o el estudio de los grupos sanguíneos podría arrojar luz) y también se han transmitido ciertas costumbres, etc. En cualquier caso son ellos los antiguos irlandeses los que creen en esto. Es decir, la leyenda de Breogán, que aparece hasta en el himno gallego, no tiene un origen hispánico, sino irlandés. Y lo mismo puede decirse de las visitas de Hércules, del Jardín de las Hespérides (que Dumezil incluye en la tradición de las ambrosías, la misma que dará tiempo después la saga del Grial…), que son tradiciones foráneas, griegas en este caso, que se ambientan aquí.

El tema de la Atlántida, que yo apenas he querido tocar, es verdaderamente amplio. Creo que después de Cristo es el tema sobre el que más libros se han escrito (sólo en castellano debe de haber más de 5.000) y dar siquiera una pálida idea de las hipótesis existentes sería larguísimo. Lo que parece evidente es que, si la Atlántida existió (cosa que no todo el mundo cree, piensan que Platón estaba definiendo una utopía social), España como lugar más occidental debió de mantener con ella relaciones y ser lugar de arribada de sus supervivientes (según algunos ése es el origen de los vascos). Pero, claro, hay otras hipótesis de Atlántida: la isla griega de Santorín, Heligoland en el Mar del Norte…


¿Qué otros proyectos literarios tiene a la vista antonio ruiz vega?
Muchos, supongo que demasiados. Tengo material recopilado para una novela que plantea el tema del nazismo esotérico en España durante la Guerra Civil (incluso el título: La Anhenerbe En La Celtiberia y otra novela autobiográfica que está más avanzada, también material para otro libro de cuentos como Historia De Fantasmas Sorianos, que publiqué en 1999 con prólogo de Miguel Sánchez Ostiz. De tema local tengo varias cosas terminadas y otras en diferentes estadios y lo más inmediato es un libro sobre ritos mágicos y etnobotánica en España, un poco continuación de Los Hijos De Túbal, que estoy escribiendo a medias con la escritora Isabel Goig Soler. Ambos hemos escrito ya dos libros en colaboración. Lo hemos propuesto a un par de editoriales nacionales y han mostrado su interés. Por contrato debo ofrecerlo primero a La Esfera De Los Libros. Yo creo que este es el próximo que saldrá a la luz, con unos o con otros. Y aparte de eso seguir con mi trabajo de crítica literaria en Negro sobre Blanco y en la página web.






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