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portada No Hay Salida Al Mar
Ficha del Libro:

Título: No Hay Salida Al Mar    comprar
Autor: Montserrat Fernández
Editorial: Lengua De Trapo
I.S.B.N.-10: 8496080382
I.S.B.N.-13: 9788496080386
Nº P´gs: 192


No Hay Salida Al Mar
por Marcos Reina

  Estamos ante una novela que deja ver una estructura interna lo suficientemente madura y compleja como para empezar a considerar a su autora como uno de los nombres a tener en cuenta en el mundo literario actual. Y no es gratuito que ya haya sido galardonada con el Premio Andalucía de Novela con la obra “Gramática Griega”, que recoja buenas y sentidas críticas de autores y críticos consagrados de nuestro país, y además esté fraguándose una carrera como ensayista y colabore con los medios de comunicación.

Aparte de todo ello, vemos como de su cabeza surgen tramas e historias que, debidamente estructuradas y sin grandes artificios nos explican un mundo perfectamente descrito. Como esas fotografías que casi están vacías de referencias visuales y sin embargo dicen mucho, expresan, explican y conmueven.

En este libro, Fernández Montes se ha lanzado a la ardua tarea de narrar una historia desde tres visiones diferentes que en cierto momento se unen o chocan: la de un adolescente español de finales del siglo XX perdido entre su vida y el abandono de su padre, la de un anciano que, aunque está en ese siglo XX (tan cercano y tan lejano a la vez) parece que se ha quedado para siempre en su pasado y, finalmente, la visión de una joven búlgara a la que la vida le ha ofrecido demasiado poco y se ha visto obligada a hacerse amargamente adulta mientras espera que el rumbo se enderece hacia un lugar más feliz.

No quiero desvelar más datos argumentales porque es precisamente ese desconocimiento el que hace que las tres voces de los tres personajes se nos antojen reveladoras, reales, vividas. Los capítulos se van sucediendo sin título. Cada uno se encabeza con el nombre de uno de los tres personajes que protagonizan la acción principal, Lucas, Kalinka y el abuelo Félix, junto a la fecha en la que suceden los acontecimientos que describe en ese momento. Los saltos hacia delante y atrás en el tiempo son continuos. Este sistema hace más fácil sentir las diferentes miradas sobre la realidad que lanzan estos tres personajes perdidos en el presente y refuerzan la idea de que aún siendo el tiempo lineal, la vida no ha de serlo necesariamente y el presente se nutre de lo pasado para continuar hacia el incierto futuro.

Son tres personajes perdidos, desubicados. El viejo, con deudas por pagar o historias que cerrar (por eso escribe). El chico por su propia juventud, que le aplasta. Kalinka porque ha vivido más de lo debido. Y por momentos, la historia adquiere trazas de una carrera hacia ninguna parte de los personajes en busca de redención.

Todo esto sucede en muchos escenarios: Bulgaria, una isla de Cuba soñada, Madrid y la ciudad española innombrada o innombrable de la que sólo se nos van desgranando algunos detalles, como la presencia de ese mar que sirve de metáfora de la libertad y donde está la casa que recibe a los tres personajes y que toma las trazas de otro personaje más, de testigo de la historia principal y de parte de las historias personales de cada uno de ellos . Como los animales del zoológico junto al mar y cercano a esa casa familiar, los personajes ven cerca y lejos ese estado de libertad que ansían. La realidad parece que quiere proporcionarles una tregua para que se reorganicen, vean su pasado y su futuro con claridad.

Y cuando parece que estoy describiendo una novela de personajes, psicológica e intimista, descubrimos que no, que la novela es mucho más compleja y se embarca en la aventura de describir cono pinceladas escuetas pero bien dadas multitud de temas: la “orfandad” del hombre moderno, la búsqueda del padre como exorcismo de los propios males, una madura reflexión sobre la vejez y la juventud. Y por supuesto, el problema de la inmigración tratado sin ese alambicado estilo que nos hace percibirlo como algo lejano, en el que no parecen intervenir seres humanos que lloran y ríen y se han visto despojados de su paisaje natal, por triste que este fuera.

Y en esta búsqueda metafórica y real del padre (o del hijo, según que personaje nos hable) descansa el peso específico de la historia. Y en ella, la figura paterna sufre una descripción bastante dura, pero es que después de pasar el tiempo, cuando dejamos de ser los personajes que la vida nos va adjudicando, somos solo personas con deseos frustrados y buscamos a alguien que con sus acciones justifique nuestra vida, es decir, utilizamos los actos de los demás, (principalmente los padres) para justificar los nuestros.

Finalmente, me gustaría resaltar la forma en la que la autora nos describe el tiempo y su influencia en nuestras vidas dejando aquí escrita una frase que un personaje ya viejo le dice al adolescente Lucas: Tu eres mundo y yo soy tiempo ¿cómo podemos entendernos?.

Creo que una frase así ya nos hace pensar lo suficiente como para que merezca la pena la lectura de esta novela. Si a esto le añadimos un complejo y atractivo aparato narrativo que adorna y explica adecuadamente todo lo que se quiere decir, tenemos ante nosotros una buena escritora y una notable historia. Justo lo necesario para un buen libro.

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