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| Los Tipos Duros No Bailan
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| por Julio Martínez
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Norman Mailer es periodista y es inevitable apreciarlo entre las líneas de esta novela policíaca, llena de personajes desgraciados, hedonistas, sádicos a veces, codiciosos casi siempre, y confusos hasta el punto de que no se explican cómo han llegado hasta donde están la mayor parte del tiempo.
El protagonista, Tim Madden, es un aprendiz de escritor, cínico, sinvergüenza, alcohólico y drogadicto (personaje muy del gusto americano, dicho sea de paso), que se encuentra de la noche a la mañana con una esposa desaparecida y muchas preguntas sin respuesta. Sus días pasan en blanco, sumido en el alcohol, confuso por la desaparición de su esposa, hasta que una noche coincide con una pareja en el bar al que suele ir a emborracharse. A la mañana siguiente se levanta con una tremenda resaca, un tatuaje que no recuerda haberse hecho y el asiento delantero de su coche manchado de sangre. Cuando descubre que la pareja con la que se encontraba la noche anterior ha desaparecido comienza su pesadilla ¿Puede ser él un asesino? Así arranca la novela, que nos lleva de la mano por una montaña rusa de sorpresas y personajes que nunca son lo que aparentan.
El autor no se preocupa demasiado en ampliar los horizontes de la novela negra tradicional y se limita a seguir los patrones del género aportando ingeniosos diálogos, desarrollo esquizofrénico y ambientes oscuros, casi fantasmagóricos. Esa es precisamente una de sus mejores bazas: la magnífica ambientación de un pueblo pesquero real de Nueva Inglaterra. Opresivo, alienante, húmedo y frío como un pez muerto, con sus profundos bosques y sus ventosos rompeolas, el pueblo llega casi a convertirse en un personaje más de la novela.
El desarrollo de la trama es apasionante (cuesta despegarse del libro), aunque en ocasiones es difícil seguir a tantos personajes cuyos destinos se cruzan una y otra vez hasta la exasperación. Pero, al igual que en el cine el cerebro completa los espacios entre fotograma y fotograma para darnos sensación de movimiento, en esta novela esa confusión inicial es rápidamente reemplazada por la sensación de que de alguna manera todo encaja, y que lo mejor es dejarse llevar y disfrutar sin más de la historia.
Sueños, litros de alcohol, asesinatos, recuerdos borrosos como fotografías cortadas, se entremezclan en esta historia que no decepcionará a los amantes de una buena novela negra, con polis corruptos, cadáveres sin nombre y héroes que no se plantean ser tales hasta que no tienen más remedio. |
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