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portada Los Celtas
Ficha del Libro:

Título: Los Celtas    comprar
Autor: Pedro Damián Cano
Editorial: Silex
I.S.B.N.-10: 8477371083
I.S.B.N.-13: 9788477371083
Nº P´gs: 188


Los Celtas
por Antonio Ruiz Vega

  La síntesis de Pedro Damián Cano es una más de las numerosas que están apareciendo últimamente en España sobre el mundo celta, lo que denota un interés por parte del público más que notable.

El autor, que parte del estudio de las monedas, la numismática, no pretende ser un investigador sino, en todo caso, un buen divulgador. La bibliografía aportada es, en efecto, suficiente (con alguna laguna) y tiene además la curiosidad de añadir un amplio listado de páginas WEB, algo que, por lo visto, se está volviendo cada vez más imprescindible al abordar cualquier tema.

El celtismo de la península ibérica es, desde hace mucho tiempo, una cuestión muy debatida y que suele moverse cíclicamente un poco al albur de la actualidad histórica y aún política. La posguerra tuvo un rebrote de iberismo, rechazando la herencia indoeuropea que nos hermanaba con Europa, los tiempos actuales parecen más proclives a entroncar la Céltica Hispana como una más entre las conocidas. Por desgracia son ahora los intelectuales europeos (ingleses, franceses) quienes descreen cordialmente (salvo honrosas excepciones) de la fuerte celtización iberica.

Hay, no obstante, datos incuestionables. Las inscripciones celtíberas son, al día de hoy, el mayor corpus mundial de textos e una léngua céltica y el bronce de Botorrita es, salvo el calendario de Colingny, el texto céltico más largo, del mundo.

La cuestión de la existencia –o no– de un clero indígena similar a los druidas es una de las piedras de toque para admitir o no la plena celtización, pero parece cada vez más concluyente la existencia de una epigrafía que habla de esta función sacerdotal, y eso sin considerar las representaciones "druídicas" de la cerámica numantia.

Y eso que hay líneas investigatorias –Damián Cano recoge algunas– que parecen devolver la pelota al tejado europeo. Parece incuestionable (sin necesidad de retrotraernos a a la leyenda de Breogán y sus milesios gallegos) la presencia de influencias ibéricas en territorios tan norteños como el País de Gales, que hubieran poblado los silures, de los que Tácito remarca su aspecto meridional y la creencia de que procedieran de Iberia…

Y otro tanto se ha dicho de pictos y caledonios.

Y es que la historia no deja de sorprendernos. Mito arraigado como ninguno era la no-romanización de Irlanda y hete aquí que ahora los arqueólogos descubren una gran fortaleza romana a quince millas de Dublin, y repleta de monedas de la época de Tito, Trajano y Adriano. Y uno no sabe si asombrarse más de esta presencia romana o de que no haya dejado huella alguna en ningún anal conocido…

Por lo demás, salvo alguna noticia como esta, o la del descubrimiento en Castrejón de Capote (en España) de unas curiosas saunas de uso probablemente cultual, poco de nuevo aporta el autor, al menos para un lector avisado.

Estas saunas colectivas, que según Berrocal, su excavador, podían albergar hasta a doscientos invitados dan que pensar en ceremonias religiosas, purificatorias, algo que él compara con las ceremonias anuales de la Samain en Irlanda, pero hasta ahora perfectamente desconocidas en la península.

En conjunto es una síntesis válida, escrita en lenguaje accesible y que pone al alcance del gran público algunas de las últimas investigaciones sobre nuestro pasado.

Burillo, al que el autor cita, parece coincidir con otros autores en que el momento de la llegada de Roma era probablemente el de la formación de una estructura estatal en la península a cargo de la etnia predominante (aquella en la que el elemento indoeuropeo era más fuerte), la de los celtíberos, argumento este que parece cada día más admitido por todos los investigadores.

Se podría hablar, nos dice, de una sinmaquía, o confederación militar de pueblos celtíberos, auspiciada concretamente por los arévacos, que parecen ostentar el liderazgo de las dos Celtiberias separadas por el Ebro. Se ha citado al respecto la protección dispensada a los belos y titos de Ségeda (que tiene el mismo radical que Sarmisegetuza, en la Dacia) o el hecho de que en Lagni (¿Langa de Duero?) existiera una guarnición arévaca.
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