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| La Última Emperatriz
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| por David Yagüe
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Antes de comenzar a hablar sobre esta novela hay que hacer una advertencia: esta historia se trata de la continuación de la novela La ciudad Prohibida. Aunque hay un capítulo inicial que resume la primera novela (que cuenta la juventud de la Emperatriz china Ci Xi) sin leerla o sin bastantes conocimientos sobre la historia de la China del siglo XIX, el lector se puede encontrar bastante perdido.
Una vez hecha esta advertencia, podemos hablar de esta novela de la autora china Anchee Min como un interesante fresco histórico de la corte China de la segunda mitad del siglo XIX y la mujer que rigió el destino del imperio durante aquellas décadas: la Emperatriz Viuda Ci Xi. Narrada en primera persona, la propia emperatriz abrirá al lector al exotismo y majestuosidad de la corte manchú y desgranará los hechos históricos que vivió durante aquellos años: la guerra con Japón, la desintegración del Imperio, la muerte de dos emperadores y la rebelión bóxer (los famosos 55 días de Pekín).
La obra es interesante porque la autora sabe mostrar su extensa documentación de manera dramatizada y porque intenta ofrecer una visión de los sentimientos de aquella mujer que rigió un imperio de hombres con, en muchas ocasiones, mano de hierro pero que también fue mujer, amante y madre. Además, está escrita en un estilo directo y sencillo, que no renuncia a algunas bellas y elaboradas.
Como nota histórica hay que destacar que la emperatriz protagonista de esta novela ha sido tradicionalmente acusada por historiadores occidentales y chinos de ser la gran responsable de dar la puntilla al ya decadente imperio chino. Con afán revisionista, Anchee Min muestra a una mujer fuerte que ha de luchar en medio de un mar de tendencias que a veces la superan: las potencias extranjeras, su sobrino el Emperador y las distintas facciones de la corte. Según la autora muchas de las decisiones erradas que la historia atribuye a esta, en teoría cruel, monarca no fueron tomadas por ella en persona y si las tomó, que algunas hay, lo hizo con la intención de proteger a su sobrino, el emperador.
Nos tememos que ni tanto ni tan poco: quizá no fuera tan mala como la han pintado, pero convertirla en una mujer tan inocente es un viraje demasiado extremo. Lo que sí está claro es que el Imperio Chino se hundió definitivamente bajo el mando de esta mujer.
En resumen, nos encontramos ante una novela histórica interesante, que agradará sobre todo a aquellos lectores fascinados con China y el Extremo Oriente, extremadamente bien documentada y que intenta ofrecer una visión revisionista a la historia oficial de aquel país. Eso sí, pese a lo que pueda parecer con su cubierta, el contenido romántico es escaso y muy contenido.
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