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portada La Luna De Nisan
Ficha del Libro:

Título: La Luna De Nisan    comprar
Autor: Antonio J. Durán
Editorial: Debate
I.S.B.N.-10: 8483064804
I.S.B.N.-13: 9788483064801
Nº P´gs: 368


La Luna De Nisan
por Antonio Ruiz Vega

  La novelística de Pérez Reverte ha puesto de moda en España la novela histórica. No hay que ser un lince para detectar lo que este tipo de novela tiene de fórmula. Ya sea en "La Novena Puerta", "La Tabla De Flandes", "La Calavera De Plata" (de Albi), o "Los Mares Del Miedo", de Gómez Rufo, siempre se trata de poner como cebo un objeto o talismán, en cualquier caso proponer un enigma, etc. y luego mezclar la reconstrucción histórica con la prospección detectivesca y salpimentarlo, a veces, con su poquito de erotismo y de gastronomía.

Esto puede hacerse bien, o no tan bien y, realmente, esa es la cuestión...

Para comenzar por el final, "la luna de nisán" (con minúscula) es la Luna Llena de la Pascua Judía, y entre hebreos anda este juego.

Describiremos primeros el argumento.

Durante el siglo XVII un tallista de diamantes holandés de origen sefardí, Saúl Rodirick (neendarlización del Rodríguez original), es contratado para cortar un diamante. Es tal el valor y la originalidad de la piedra que el trabajo debe hacerse "in situ". Deberá viajar a España y como quiera que es converso, su vida correría grave peligro. Sus misteriosos contratistas tampoco tienen ganas de dar tres cuartos al pregonero, así que se le introduce en el país de incógnito, metido en un cajón de donde apenas le sacan para hacer sus necesidades. Una vez en España no se le informa del lugar donde se halla, y donde realiza su trabajo. Se trata de una casa de campo y algo va deduciendo por la temperatura, la vegetación, etc. El diamante es pieza notable, debe tallarlo con forma de corazón y engastarlo en una joya de oro con la misma forma. Terminado el trabajo se le paga generosamente y se le devuelve a Amberes.

Saúl, enamorado de la joya, se propone seguirle la pista. Está convencido de haber estado en algún punto de Andalucía y pronto pone en marcha a un agente a sus órdenes. Recurre, en Sevilla, a maese Rodrigo, cura bujarrón y follador, voraz y seboso, sucio y con olor a rancio. Y este cura putero pone a trabajar a sus contactos y va tirando del ovillo. Al parecer ha llegado de América una joya que pudiera ser el diamante. Lo ha traído el capitán Domingo de Iturbe pero, tras su llegada, ha entrado en religión, es ahora freire en el navarro monasterio de Irati.

Tras deambular por Sevilla, dándonos ocasión de conocer sus numerosos burdeles, casi todos propiedad de la Iglesia y regentados por dos proxenetas de altura (llamados, por cierto, los dos Ruices), parte Rodrigo para Irati donde, con diversas excusas, se las arregla para entrevistarse con Domingo de Iturbe. Lo hace, pero en seguida detecta mal rollo. Domingo, que ha hecho voto de silencio, le sugiere que detrás del asunto hay gente muy poderosa, puede que la misma Inquisición. Vuelve Rodrigo a Sevilla bastante preocupado (no sin hacer escala en Madrid donde se pasa por la piedra a putos y putas). Poco después Domingo de Iturbe rompe el voto de silencio y pide al abad de Irati que le dé de baja en el convento. El abad le pide un poco de tiempo y aprovecha para envenenarle en el interín.

Rodrigo amén de putero, bujarra y tragaldabas pertenece a una secta herética que hace una Semana Santa paralela, montando un numerito de sado maso por calles apartadas de Sevilla mientras las cofradías oficiales lo hacen por las principales. El caso es que los trincan los guindillas y Rodrigo da con sus huesos en las cárceles de la Inquisición. Unas cosas llevan a otras y pronto Rodrigo se ve las caras con los responsables del tribunal, que ya le tenían ganas. Poco dado a demostraciones extemporáneas de valor, Rodrigo canta de plano y les cuenta todo lo que sabe, esperando congraciarse. Lejos de eso (lo que confirma que el Santo Tribunal está en el ajo), le arrancan la lengua y a continuación le empalan. Esto es uno de los puntos menos creíbles del libro. Aunque parezca un castigo apropiado a la sodomía, es perfectamente falso que la Inquisición usara esta práctica medieval que, por cierto, es más un modo de ejecución que una tortura.

Junto a esta trama, que nos va situando en el comienzo de los hechos, en el XVII, hay otra contemporánea, protagonizada sobre todo por el profesor Quijano, hombre bon vivant , dado a los placeres de la cama lo mismo que de la mesa. Incluso, siempre que es posible, en inmediata sucesión, o algo parecido.

Aparece por Sevilla una acaudalada fama de origen hebreo, Sara Roderick, heredera lejana de Saúl, y le pide cierto asesoramiento a Quijano. Por aquellos días el profesor, especialista en imaginería religiosa, pero ateo militante en su vida privada, está en el candelero a raíz de un artículo aparecido en el país, referente a su último libro. Una desdichada mención a la costumbre hispana de quemar templos y correr a gorrazos a sus gerentes le ha metido de hoz y coz en la vieja polémica clericales/anticlericales.

Poco a poco va saliendo a la luz un misterioso hecho acaecido poco antes del 18 de julio del 36, cuando un grupo de militantes de izquierda asaltó la sede de una cofradía, la del Cristo de la Santa Ira.

Y... creo que no debemos dar más datos. Si con lo dicho todavía no se ha interesado el lector...

Una novela apasionante hasta el final.
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