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| La Gran Impostura
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| por Antonio Ruiz Vega
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La tesis del autor es que los atentados del 11 de septiembre fueron provocados por el lobby de los fabricantes de armamento norteamericanos a fin de desencadenar una nueva guerra.
Dicho así suena increíble, pero las razones que el autor va aportando no carecen de peso y por lo menos sabe sembrar la duda.
Para hacer creíble esta teoría conspiratoria no solo desmonta muchas de las tesis "oficiales" sino que habla de proyectos similares en el pasado, algunos de sorprendente similitud.
Para Thierry Meyssan el financiero Bin Laden continúa siendo un agente de la CIA, es decir, nunca ha dejado de serlo y para corroborarlo ofrece una información insólita. Entre el 4 y el 14 de julio del año pasado (es decir, menos de dos meses antes del atentado de las Torres Gemelas) Bin Laden se curó de una grave enfermedad en el hospital norteamericano de Dubai (pág. 117), donde presuntamente recibió la visita del responsable local de la CIA, según Le Figaró. La "legión árabe" de Al Quaeda actuó en Chechenia hasta noviembre del 2001 y apenas dos años antes ayudó a los kosovares contra el gobierno de Belgrado, siempre, según el autor, siguiendo consignas de la CIA.
La familia de Bin Laden mantiene negocios (en los que este participa indirectamente) con numerosas empresas norteamericanas, incluidas algunas participadas por la familia Bush... (pág 120).
En cuanto a las incongruencias, estas comienzan por el ataque contra el Pentágono. Dice que ningún aparato volante puede acercarse a esta instalación militar sino emite una determinada clave, pues los sistemas de defensa son precisos y efectivos, así que los conspiradores debían conocer estas claves de acceso. Demuestra que lo que impactó contra el Pentágono no era un avión y menos uno de pasajeros. En las fotos tomadas pocos minutos después del choque, no se ven los restos de ningún avión y demuestra que la anchura de las alas debiera haber dejado huellas en la fachada, que no existen. Mantiene que se trató de un misil norteamericano tipo AGM, cuya carga y alcance coincide con el impacto apreciable en las fotos... (pág. 32).
En cuanto a las torres gemelas habla de numerosas operaciones llevadas a cabo por "iniciados" (nada que ver con la mística, debe ser argot bursátil) como si supieran lo que iba a pasar, también dice que una alarma advirtió a muchos oficinistas dos horas antes, de lo contrario la mortandad hubiera sido al menos diez veces mayor. Debido a estas operaciones irregulares de última hora algunas empresas reciben grandes ganancias, entre otras el grupo Carlyle en el que participan por un lado la familia Bin Laden y por otro George Bush (padre). (Pág. 124).
Recoge testimonios de pilotos que demuestran que ni el más experto puede manejar un avión tan grande a tan baja altura y acertar en un blanco tan (relativamente) pequeño como eran las torres. El único modo de conseguirlo es dirigiendo el piloto automático del avión mediante una baliza electrónica. Hay constancia de que al menos dos balizas emitieron desde pocos minutos antes de acercarse los aviones desde los pisos donde se recibió el impacto.
Opina también que el tiempo muerto de Bush, durante el cual fue literalmente secuestrado por los servicios de seguridad fue motivado por la constatación de que los conspiradores conocían las claves secretas y que el presidente era vulnerable. Su aparición posterior ante los medios, ya con un proyecto claro de represalias contra los "terroristas" acaece después de haber negociado con el misterioso "lobby" militarista... (pág. 54).
Aparte de otros intereses inmediatos, detrás de la invasión de Afganistán estarían los intereses de las "7 hermanas", las petroleras yankees que aspiran a hacer pasar un gran gasoducto que saque el gas natural del Caspio a través de Afganistán. El vacío de poder y el fanatismo de los talibanes hizo imposible pactar con un gobierno estable que garantizara además la seguridad de una instalaciones tan sencillas de sabotear como son este tipo de conducciones. La invasión y la colocación de un gobierno títere solucionaba este problema. (pág. 128).
Hace una mención especial del antrax, del que sólo se sabe que hubo cinco casos reales y que las cepas parecían provenir de laboratorios militares norteamericanos. La psicosis creada hizo que los laboratorios farmacéuticos vendieran millones de dosis de vacunas en pocos días así como otras ventas de máscaras, etc.
Thierry Meyssan ve un claro antecedente de todo lo anterior en la operación "Northwoods" que el Pentágono tramó contra Cuba en 1962 y que incluía ataques simulados a la base de Guantánamo, atentados contra los intereses cubanos en Miami, voladura de un buque norteamericano en aguas cubanas (poco original, ya lo hicieron con el Maine, contra España, en 1898) y hasta la intercepción de un viaje espacial en el que moriría nada menos que John Glenn. Kennedy, horrorizado, mandó detener Northwoods y defenestró a su diseñador, al general Edwin A. Walker. Se ordenó destruir todos los ejemplares del proyecto, pero Robert Mc Namara conservó el suyo y años después fue publicado (pág. 157). Tras la muerte de Kennedy, Walker fue exonerado y volvió a trabajar para el ejército.
En la página 163 habla del caso del teniente Vreeland, detenido en Canadá por usar fraudulentamente una tarjeta de crédito y que un mes antes del atentado de las torres realizó unas declaraciones donde advertía con numerosos detalles lo que iba a suceder.
El autor remite cada uno de los datos a direcciones en internet.
Como es imposible contrastar tal caudal de información, lo es también emitir una opinión de todo esto. Puede tratarse de un libro sensacionalista donde todo esté cogido con pinzas, pero la sensación que da es bastante inquietante. Recuerda, hasta por el tono, al guión de la película JFK, de Oliver Stone. También, por la colosal manipulación de los medios, a otra película, Cortina de Humo. |
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