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| La Carretera
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| por Irene Rodríguez Aseijas
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No creo que haya mucho que decir sobre esta novela. Adjetivarla o comprimirla, sería adulterarla. Esta es una novela grande. Inmensa. Una de esas obras que deben leerse y engrandecen la literatura. Así de sencillo.
Planteada al hilo del viaje hacia ninguna parte de sus dos protagonistas (el padre y el muchacho que recorren juntos un paisaje desolado en busca de un mundo que ya ha sido aniquilado) esta novela se decanta desde el principio por la escasez de recursos y el naturalismo más depurado para desentrañar los extremos de la conducta humana. Sus más deplorables miserias y su instinto innato y brutal por la supervivencia, aún que ya no quede nada a lo que sobrevivir.
Al margen de sus precisiones descriptivas y algunos episodios impactantes, McCarthy consigue aquí, con economía y genialidad, arrastrarnos, sacudirnos, asfixiarnos, hacernos tragar el polvo, contaminarnos, agotarnos moral y físicamente, aterrarnos y confundirnos. Al igual que a su exangüe protagonista, que, paradójicamente acaba por ser el último referente de la dignidad humana, nos adentramos en un viaje sin retorno. Sucumbimos ante el paisaje inmensamente desolado y desabastecido. Caemos. Con ese hombre y su hijo que, sin buscarlo, sin se convierten en el último aliento de una humanidad que ha terminado por arrasarse a sí misma.
El mundo de LA CARRETERA es desolado, frío, pantanoso, moribundo y gris. No hay amaneceres ni olas azules. No hay esperanza. No hay rescoldos del paraíso cuidadosamente preservados para complacer al lector al final del trabajoso recorrido. No hay ninguna treta, ningún fuego de artificio. Ningún guiño esperando en la última página. Es lo que es. Lo que ha sido desde el principio. Cada parada es un recorrido por el resultado más negro de los peores vaticinios y, sin embargo, es imposible abandonarlo. Como es imposible sumergirse en sus últimas páginas sin ser alcanzado por un disparo seco al corazón.
Ignoro de dónde se ha sacado el autor esta obra (alejada de su trilogía más reputada y exportada, aquella que retrataba con minuciosidad el salvaje oeste y lo aderezada con toques intensos de novela negra) pero con esta novela, McCarthy a firmado una obra mayor. Un paso más en una dirección sorprendente dentro de esa corriente catastrofista que parece impregnar la novela norteamericana desde aquel S-11. Un guión apocalíptico de fin de era. Fin de especie. Fin de historia. Un regalo para la literatura mientras dure, lo que queda. |
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