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portada El Talismán
Ficha del Libro:

Título: El Talismán    comprar
Autor: Walter Scott
Editorial: Medio
I.S.B.N.-10: 8470821466
I.S.B.N.-13: 9788470821462
Nº P´gs: 328


El Talismán
por Enrique García

Scott se había sentido atraído por el tema de las cruzadas porque se asociaban a los ideales de valentía, honor y aventura. Fue tal la fascinación que sentía por este mundo, que escribió, Tales Of The Crusaders (Los Relatos De Los Cruzados) publicados en 1825. Estaba compuesto por dos obras: The Betrothed (La Prometida) y The Talisman (El Talismán). Ésta se encuentra ambientada en la tercera cruzada llevada a cabo por Ricardo de Inglaterra, entre los años 1191–1192 y le sirve a Scott para ilustrar una vez más las grandes crisis históricas de la humanidad. En este caso, se centra en las luchas llevadas a cabo entre cristianos y sarracenos en un intento por recuperar y conservar los lugares enmarcados dentro de lo que se dio en llamar Tierra Santa, y en concreto la ciudad de Jerusalén, que se hallaba en manos de Saladino, emir de Oriente. Scott nos traslada hasta la calurosa región de Siria, pese a que como él mismo señaló en una ocasión, nunca había estado. Sin embargo, se valió de los informes proporcionados por John Carne, un viajero–escritor, que recientemente había estado por aquellos lugares. Scott recibió las impresiones fehacientes de aquél y que le sirvieron de ayuda para recrear el escenario perfecto para el desarrollo de su novela. Y es en la citada Siria, y más en concreto tras la reconquista de Acre y en el campamento de los cruzados donde se desarrolla la trama de El Talismán. Pese a que Scott ha sido fiel a la Historia a la hora de situar su novela dentro de un marco espacio–temporal, no es menos cierto que no nos explica cuándo y cómo ha tenido lugar la toma de Acre. Ni tampoco facilita la fecha exacta en la que se llevó a cabo la tercera cruzada. Añadiremos que San Juan de Acre era una ciudad portuaria y aquí Scott nos la presenta como un lugar, sin especificar, donde los cruzados han instalado el campamento. Tal vez Scott no encontrara las fuentes históricas adecuadas para dar su localización exacta. Tal vez la falta de rigor histórico en datos como las fechas de la cruzada o la situación de Acre se debieran a que las necesidades económicas apremiaban a Scott a escribir, y no había mucho tiempo para investigar. Si a esto le añadimos que la obra pertenece a los últimos años de Scott en los cuales comenzaba a debilitarse más y más, tendremos, tal vez, la explicación a esta cuestión.

El principal hecho histórico de la novela es, como ya hemos mencionado, la conquista de San Juan de Acre. Y es dicha toma la que desencadenará una serie de acontecimientos, algunos de los cuales son puramente ficticios, concebidos simple y llanamente con el firme propósito de aumentar la tensión de la trama. Muchos de ellos podrían considerarse como ingredientes básicos en una novela de aventuras o de capa y espada. En la obra nos encontramos a Ricardo postrado en cama, preso de “las fiebres peculiares del Asia” y como consecuencia de ello se ha pactado una tregua con Saladino. Scott relata cómo el propio médico del emir de Oriente, como era conocido Saladino, es enviado por éste para tratar la enfermedad del monarca inglés y como al final, dicho médico, resulta ser el propio Saladino. Sin embargo este aspecto es más fruto de la imaginación de Scott que de la propia Historia ya que no hay constancia en las fuentes históricas de que enviara a su propio médico y menos que fuera él mismo.

Pero el verdadero peligro de la tercera cruzada no era el emir de oriente sino las relaciones entre los diversos monarcas europeos y sus ansias de riqueza. Las cruzadas no eran sólo un acto de fe, una lucha para liberar algunos de los Santos Lugares de la Cristiandad; aquellas expediciones eran también una cuestión de botín y poder. Ricardo se había erigido en el paladín de la causa cristiana y creía que todos los demás debían acatar sus dictados por el simple hecho de haber tomado Chipre. Y no duda en enfrentarse a los demás como aparece reflejado en la escena en la que se enfrenta a Leopoldo, archiduque de Austria. El conocido episodio de las banderas de Inglaterra y Austria en el cual la narración de Scott difiere de la Historia. Scott nos sitúa en el campamento de los cruzados en el que sobresale una colina no muy elevada en la cual ondean los estandartes de las casas reales. Por encima de todos ondea el de Inglaterra, pues Ricardo reclama el más alto honor por haber sido él quien condujera a los cruzados a la victoria en Jean d’Acre. Es entonces cuando surge la figura de Leopoldo, solicitando el mismo derecho, ya que él había conducido un contingente de soldados con igual maestría y valentía. Pese a la negativa por parte de Ricardo, el archiduque consigue llevar a cabo su pretensión y coloca la bandera de Austria junto a la de Inglaterra. La reacción de Ricardo no se hace esperar como nos narra Scott en la novela presentándonos el lado más oscuro del monarca inglés y que nada tenía que ver con la imagen preconcebida del mismo. Decíamos que Scott había alterado un poco este pasaje histórico. Es cierto que Ricardo colocó el estandarte inglés por encima de los demás, pero parece ser que fue en el edificio más emblemático de la ciudad de San Juan de Acre y no en un montículo como se narra en la obra. La insolencia de Ricardo frente a su compañeros de armas no se disminuía ante nada ni ante nadie.

Queda claro con este episodio que Ricardo era el líder indiscutible de la cruzada. Y también que desde ese momento Ricardo se había ganado un enemigo mortal que se vengaría del monarca inglés cuando éste hubo de cruzar Austria para volver a Inglaterra al término de la cruzada. El antagonismo de Ricardo llegó a su cota más alta cuando hubo que dilucidar quién sería el rey de Jerusalén, una vez tomada ésta. Ricardo tenía su favorito en la persona de Guy de Lusignan, mientras que Felipe de Francia prefería a Conrado. Ambos invocaban sus lazos de parentesco, pero obraban impulsados por simpatías de tipo político. Ricardo estaba emparentado con los Lusignan. Guy y sus hermanos le habían ayudado a conquistar Chipre, atravesando el mar para ir a su encuentro, cuando se enteraron de que había desembarcado en aquella isla. Apoyando la causa de Guy , el monarca inglés esperaba ganarse aliados seguros en Tierra Santa para poder establecer allí su hegemonía. Felipe de Francia, al ver que Conrado se beneficiaba del apoyo de la nobleza local, creía más hábil apoyar al príncipe italiano para echar a perder así las pretensiones de Richard. El propio Conrado de Monserrat es quien le comenta abiertamente este hecho a Sir Giles Amaury en la novela. Esta elección traerá consigo la misteriosa muerte de Conrado y que todas las sospechas caigan sobre Ricardo. Sin embargo, Scott varía notablemente este hecho en El Talismán, ya que aquí sí sabemos quién comete el asesinato en un acto de traición, y no es otro que el propio Gran Maestre de los Templarios. Es posible que Scott quisiera deshacerse de los malos de la historia, pues a continuación es Saladino quien descubre la traición y acaba con el Gran Maestre. En este caso, Scott nos presenta el tópico de los villanos que mueren al final de la obra, dando paso a un final feliz para la trama. Con este episodio Scott demuestra claramente su interés por una buena trama más que por la propia Historia , ya que así el éxito comercial sería mayor. Estos dos pasajes al final de la obra sirven de algún modo para añadir emoción y aventura a la novela. Además, las sospechas no podían recaer sobre Ricardo, quien en aquella época representaba al monarca perfecto y al paladín de la cristiandad para sus lectores. Por otra parte debemos mostrar nuestro desacuerdo Sir Walter Scott ya que Ricardo de Inglaterra no abandonó Tierra Santa como aparece al final de la obra por no poder conquistar Jerusalén Se debió en parte a que varios monarcas habían abandonado la tercera cruzada, al ver que no conseguían rescatar Jerusalén, con lo que solamente el monarca inglés quedaba en Tierra Santa al frente de su ejército. Después de convenir una tregua con el sultán de tres años, Ricardo decidió abandonar el desierto de Siria para regresar a Inglaterra. Las noticias que llegaban desde la isla no eran nada halagüeñas, pues le informaban de continuas disputas y revueltas. Esto aparece reflejado en la novela cuando Sir Henry Neville se presenta en la tienda de Ricardo de Inglaterra, con un mazo de mensajes. Al verlo, su reacción es la propia de alguien que intuye que nada bueno sucede. Alertado por estas noticias, Ricardo decidió emprender la marcha inmediata de vuelta a su patria. Una patria que había hipotecado para pagar su cruzada. Inglaterra era para Ricardo una especie de banco del que sacar dinero. Scott tal vez aprovechara en cierto modo la situación de conflictos que se vivía en Inglaterra en esos momentos para tejer la trama de Ivanhoe, la cual puede llegar a considerarse, en cierto modo, como la continuación de El Talismán . Ambas novelas podrían ser consideradas como las dos caras de la misma moneda, la cual si la giramos hacia una u otra cara nos permite ver lo que pasa en ambos escenarios (Juan de Acre e Inglaterra) al mismo tiempo.

Uno de los datos que no podemos pasar por alto es el hecho de que Walter Scott hacía convivir en sus novelas personajes históricos sacados de las enciclopedias o los manuales de Historia con personajes puramente ficticios. Esto permite establecer una distinción entre el personaje histórico literario y el de carne y hueso con el fin de comprobar hasta qué punto Scott se guió una vez más de la Historia dejando a un lado la ficción. Y hasta qué punto modificó ciertos rasgos del personaje histórico para adaptarlo a una trama interesante. No obstante, en sus novelas Scout transforma a dichos personajes históricos en personajes ficticios que hablan y actúan como cualquier otro. Así por esta novela desfilan monarcas como Ricardo de Inglaterra, Felipe de Francia, o Leopoldo de Austria; Príncipes como Saladino o David de Huntingdon, quien no es otro que David I de Escocia, disfrazado bajo la apariencia de un escocés en busca de fama y aventura, como es el caballero del Leopardo. La reina Berengaria de Navarra o la supuesta prima de Ricardo, Edith. Y digo supuesta pues los historiadores siempre han discrepado de la existencia de este personaje. No obstante, el propio Scott era muy dado a situarse por encima de los historiadores, y a decir que tal vez no hubieran investigado lo suficiente. En cualquier caso Edith sirve para recrear el romance con David de Huntingdon. Como sucede en la mayoría de las novelas de Scout el final es el esperado por el lector. Esto es, el matrimonio entre David y Edith después de haber pasado por innumerables situaciones adversas. Su unión quiere representar al mismo tiempo la de Inglaterra y Escocia que en aquellos tiempos estaban envueltos en serías disputas. Queda señalar que El Talismán es una novela de aventuras al estilo de otras del propio escritor escocés como Ivanhoe, Rob Roy, o Vieja Mortalidad entre otras.

 

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