|
| El Enigma
|
| por Antonio Ruiz Vega
|
|
El tema, viejo como el mundo, son las relaciones hombre/mujer. Daniel Rivera, profesor universitario y poeta en su juventud, está al final de la cuarentena. Su mujer, Berta, es una representante de la pequeña burguesía madrileña que en muchos aspectos recuerda a la protagonista de "Cinco Horas Con Mario", es decir, la mujer arquetípica que se describe en "la inferioridad mental de la mujer", receptáculo de la costumbre, de la convención, del que dirán, etc. etc. Daniel Rivera es consciente de que su matrimonio hace aguas pero continúa con la rutina por conformismo, por los hijos, etc. Mantiene un apartamento de su época de estudiante y, por lo demás, ha tenido alguna que otra aventura esporádica con alumnas.
Es en este contexto que decide viajar a los USA durante cuatro meses para impartir unos cursos. Allí, inevitablemente, conoce a Teresa. Divorciada, cuarentona, fina intelectual, en seguida congenian y pronto se hacen amantes formales. Para colmo Teresa está escribiendo un libro sobre parejas famosas y ha llegado ya a ciertas conclusiones. Cree que, salvo excepciones, los "hombres superiores" (sic) no se emparejan con mujeres que sean sus iguales sino que prefieren que estén al menos en un escalón por debajo.
La novela se convierte así en el dilema de Daniel que conoce por primera vez el amor verdadero (en un alma y un cuerpo, que diría André Bretón), pero que no se decide a abandonar a Berta. Para Teresa la experiencia es también muy fuerte y no puede comprenderlo.
Inadvertidamente, en medio de esta trama que resulta apasionante y que plantea un problema real, la autora ha metido de rondón la cuestión –políticamente incorrecta– de la desigualdad humana. Si existen hombres (y mujeres) superiores es porque también los hay inferiores y carece de sentido hablar de igualdad de género. Esta es precisamente la idea-fuerza de cualquier planteamiento de derechas (léase a Benoit o Faye), aristocrático, elitista, etc.
La dureza, la radicalidad, la pureza de Teresa, resultan a veces francamente dolorosas para Daniel:
"No te atreves a afrontar una situación que requiere cirugía. Prefieres mantener intacto el hastío, el fracaso, el desdén que sientes por tu mujer; prefieres arroparlo, protegerlo para que no se vea, no se trasluzca desde fuera. Eres un provinciano, Daniel, un provinciano español de los años sesenta con ribetes de progresía, sólo adornos, palabras, posturas para la galería...".
En cuanto al libro de Teresa sobre las parejas famosas, que sin duda le hace pensar continuamente sobre su propio caso, corrobora que casi todos los "grandes genios" prefirieron a su lado a mujeres mediocres cuando no completamente ajenas a su mundo intelectual y que en algunos casos rechazaron a las demasiado brillantes:
"(...) ¿por qué algunos de esos hombres célebres abandonaban a una mujer espléndida, compañera perfecta, colaboradora a veces, para unirse a una mujer vulgar?". (Pág 191). Que es exactamente su caso.
"El hombre superior soporta mal la convivencia con una mujer igual a él en lo intelectual, en el ejercicio de la profesión, en la repercusión social de su trabajo"...
(...)
"Es un enigma. A diferencia del hombre, a la mujer no le molesta en general que él sea superior. Al contrario, una mujer superior no podría soportar a un hombre inferior a ella. Se aburriría, se desesperaría. El hombre no; para él es más cómodo tener al lado a una mujer inferior, que le admire". |
|
