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| El Cofre Del Tesoro
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| por Pedro Jorge Romero
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Quentin Fears comenzó a oír la voz de su hermana. Lo cual no tendría nada de extraño si su hermana no hubiese sufrido un aparatoso accidente de tráfico que la dejó en muerte cerebral, para posteriormente ser desconectada y sus órganos empleados para salvar a otros. Todavía no es claramente una historia de fantasmas, porque todo podría ser el resultado de un trauma juvenil. Porque Quentin crece retraído y venerando el recuerdo de su hermana muerta. Leyendo sus libros obsesivamente. Sin encontrar nunca una mujer que haga justicia al recuerdo de Lizzy. Pero esa vida solitaria permite a Quentin ganar una fortuna en la informática, fortuna que luego acrecienta con un proyecto destinado a que otros pongan en práctica sus sueños. Porque Quentin no tiene sueños propios, ni ilusiones, ni sentido para su vida y debe buscar todas esas cosas en los demás.
Hasta que conoce a Madelaine.
Una mujer perfecta.
Casi su hermana si hubiese sobrevivido.
El noviazgo es rápido. El matrimonio apresurado. Pero Madelaine no quiere que conozca a su familia. No quiere que sepa cómo creció. Hasta que un día, de pronto, decide que ya es hora, y se dirige con ál a la vieja mansión, en la que la abuela domina con mano de hierro y el tío Paul hace comentarios irónicos y sarcásticos. Mansión en la que Quentin debe abrir un cofre misterioso, un cofre de contenido misterioso.
Y cuando al día siguiente, sin haber abierto el cofre, Quentin se despierta en una casa abandonada, cubierta de telarañas, deshabitadas desde hace tiempo y con un cementerio con las tumbas de las personas que conoció la noche anterior, queda claro que efectivamente estamos ante una historia de fantasmas.
Card ha escrito una historia agradable. No demasiado original, pero que se lee con facilidad. Hay apuntes que van ligeramente más allá. Una reflexión sobre el amor (amar a una persona real imperfecta frente a amar a un recuerdo siempre perfecto) y tambián sobre el poder y las distintas formas que adopta. No es una historia de terror particularmente aterradora, ni tampoco Card en su mejor momento, pero está bien contada. |
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