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portada Clara Y La Penumbra
Ficha del Libro:

Título: Clara Y La Penumbra    comprar
Autor: José Carlos Somoza
Editorial: Geoplaneta
I.S.B.N.-10: 8408041266
I.S.B.N.-13: 9788408041269
Nº P´gs: 576


Clara Y La Penumbra
por Antonio Ruiz Vega

  Tras leer "Silencio De Blanca" y "Dafne Desvanecida", José Carlos Somoza comienza a resultarnos familiar. Hay un hilo conductor entre estas tres novelas que va más allá de la tendencia a incluir un nombre femenino en el título. Si en "Silencio De Blanca" se detectaban perfectamente dos cualidades del autor (además de su evidente erotomanía) como eran su gusto y conocimiento por la música y por la psicología, en "Dafne Desvanecida" tenemos un precedente clarísimo de lo que es esta "Clara Y La Penumbra". Aunque en Dafne es el mundo editorial el que le sirve de ámbito para escenificar lo que es una sátira de la capacidad de manipulación de unos hombres sobre otros (el editor es una especie de GRAN HERMANO orwelliano), aquí se trata del mundo del Arte.

Sin nada que ver con el plagio, pero esta novela nos recuerda, en algunos aspectos, otras como "Una Historia Perversa", de Adelaida García Morales (también de Planeta), donde también aparece un escultor majara que plasma momentos de agonía de sus víctimas que luego recubre con arcilla, y otra novela de Anagrama, ambientada incluso en Holanda, como esta lo está casi totalmente, y que también versa sobre artistas y neurosis varias.

En esta novela Somoza ha desarrollado ideas semejantes a sus otras novelas, sólo que corregidas y aumentadas. En resumidas cuentas, se ha inventado una escuela pictórica, el Hiperdramatismo, situándola en la sociedad del futuro inmediato (de nuestros días al 2006, aproximadamente). El hiperdramatismo consiste sobre todo en el uso del cuerpo humano como lienzo, dándole el mismo tratamiento que si fuera un cuadro, donde el artista plasma sus ideas. Para llevar esto a cabo existe una profesión, la de "lienzo", artistas de cuerpos esculturales sin mácula, que se entrenan en adoptar poses inmóviles durante horas, amén de todo tipo de sevicias, como son la llamada "imprimación" que es la preparación de la epidermis para la posterior pintura, etc. Todos los aspectos técnicos confiesa en una nota final haberlos tomado de un par de pintores amigos, aunque explica que nunca les confesó que los datos iban a ser aplicados a la pintura sobre cuerpos humanos. Las cuestiones técnicas (que podrían ser irrelevantes, pero es que él insiste en morosas descripciones) son bastante flojas. Por ejemplo, habla de óleo, cuando existen colores especiales para pintar la piel humana, pero el óleo es impermeable y provocaría la muerte del "lienzo" en pocas horas. El autor, psicólogo, debe tener conocimientos de medicina general y saber lo que es la respiración cutánea, o al menos haber visto, como cada hijo de vecino Goldfinger, de la serie de James Bond, donde una bella modelo muere tras haber sido cubierta con pintura dorada. Insisto en las cuestiones técnicas, porque él se extiende en detalles como la imprimación del interior de la boca, o los orificios del cuerpo (casi todos con sensibilísimas mucosas) que no tolerarían la pintura con colores al óleo (muchos de ellos son venenosos, como el verde veronés, con el que supuestamente envenenaron a la duquesa de Alba, según la película Volaverunt) y todavía menos la trementina o aguarrás para quitar el color, operación a la que los "lienzos" se libran diariamente.

Se inventa todo un circuito de galerías y empresas que gestionan el mundo del arte hiperdramático. Centros especiales donde se educa a los "lienzos" en la inmovilidad, en adoptar expresiones determinadas, empresas que trasladan los cuadros, etc., otras especializadas en mantenimiento, porque las obras pueden ser "vendidas" y situarse en el domicilio del comprador, donde "actúan" durante "x" horas, y esto lleva unos gastos de alquiler, mantenimiento, etc.

Aunque el esfuerzo del autor por hacer creíble todo este mundillo es enorme, todo termina por sonar a artificio, lo mismo que pasaba en "Dafne Desvanecida".

Hay también aquí una trama detectivesca. Un "lienzo" (es decir una persona) es raptado cuando acaba su jornada laboral y aparece asesinado. La policía busca al asesino, pero los propietarios se movilizan para buscar a quien les ha destruido una obra de arte. Por lo demás la víctima ha sido despedazada con un cortalienzos trazando una serie de líneas, como se haría con un lienzo real.

Posteriormente, mientras el más grande artista hiperdramático, Bruno Van Tysch, prepara una monumental exposición en homenaje a Rembrandt, otra de sus obras es también destruida. Se trata de dos gemelos monstruosos, prácticamente esféricos, pederastas y presuntos homicidas, que se mostraban "pintados" en un museo. Fuera de su jornada laboral son victimados con la misma técnica del cortalienzos...

Una agencia de detectives europeos llamada Rip Van Winkle, creada por la Comunidad Europea para proteger el patrimonio cultural del Viejo Continente, se pone también en marcha, aunque sin grandes resultados.

Mientras tanto Clara, un "lienzo", española, trabaja en pequeños "papeles" en una galería de Madrid. De pronto es contactada por una compañía de imprimación famosísima, la F&W. Antes de someterla a numerosas pruebas síquicas y físicas, proceden a su "tensado". Si para un lienzo la operación consiste en ser clavado a un bastidor y luego tensar este mediante un juego de cuñas, en el caso de los "lienzos" humanos, el tensado es mental y consiste en "putearlos", llamarles por teléfono a horas intempestivas, que nadie hable por el auricular durante minutos enteros, etc.

Lo mismo que en "Dafne Desvanecida", el poder de las editoriales era prácticamente omnímodo, aquí el mundillo de artistas, galerías, fundaciones, lo es todavía más. Los "lienzos", aunque óptimamente pagados, son sometidos a todo tipo de vejaciones de las cuales salen muchas veces con traumas psicológicos o directamente con lesiones físicas (alergias ante determinadas pinturas, deformaciones óseas por mantener posturas forzadas durante 8 horas). En una de las exposiciones del genial Bruno Van Tysch, donde los "lienzos" adoptan formas y posturas de flores, es frecuente que algunos se "tronchen" (es decir, que se disloquen la columna).

Como se sugiere en varias ocasiones, bajo el amparo de lo artístico hay aquí mucho de sadismo encubierto, de explotación sexual y de puro afán de dominio. Una nueva esclavitud con todas las bendiciones del sistema (puesto que se paga y se cuenta con todo tipo de medidas de seguridad, etc). Recuerda a Orwell, en "1984", cuando se reconoce que la única justificación del sistema es el ejercicio despótico del poder y que la única manera de estar seguro de este poder es causando dolor. En la página 80 se dice literalmente: el arte es poder. En la 100: el arte es dinero.

Ante este estado de cosas hay, evidentemente, quien se opone, muchas de las inauguraciones y vernissages de los hiperdramáticos se ven abucheadas por miembros de un grupo que pide la abolición o ilegalización de este tipo de arte. Por otra parte hay otra corriente, sobre todo francesa, que trata de "humanizar". Los seguidores de esta tendencia pactan con sus "lienzos" condiciones más llevaderas, rara vez les dejan posar más de dos horas seguidas, hablan con ellos (algo impensable para los hiperdramáticos ortodoxos) y mantienen, en general, una relación de hombre a hombre.

Para la facción ortodoxa se trata de todo lo contrario, de deshumanizar a toda costa el cuerpo humano, de convertirlo en "cosa". En conseguir la sumisión absoluta, la inmovilidad permanente, etc.

Existen también "artesanos" que en lugar de "cuadros" producen objetos o muebles. Abundan las mujeres-silla o lámpara, o mesilla. También la "vajilla", que se desplazan en las reuniones de los poderosos con bandejas, etc.

Evidentemente, y Somoza lo reconoce, hay antecedentes de todo esto en el arte contemporáneo, como el llamado "Body-art", los "happenings", etc. E incluso lo de los muebles de carne y hueso es una fantasía sexual muy difundida, existiendo incluso un artista "pop" de los sesenta que los fabricaba, aunque con muñecas tamaño natural, etc. La pareja británica Gilbert & George llevan décadas exponiéndose a sí mismos en galerías...

Volviendo a la trama, tras los dos "asesinatos", los expertos, policías, etc., llegan a la conclusión de que producirá un tercer atentado durante la exposición de homenaje a Rembrandt de Bruno Van Tysch y por un proceso de eliminación de sospechosos comienzan a cerrar el círculo en torno a un ex – lienzo, Baldi, principal sospechoso, aunque en paradero desconocido. Mediante el uso de un producto nuevo, la cerublastia, es posible alterar el aspecto de cualquier persona, haciéndole adoptar los rasgos de otra, y el tal Baldi va adoptando diversas personalidades en el afán de conseguir su tercera víctima.

Mientras Clara, el "lienzo", la española, es imprimada por la casa F&W y enviada a Holanda, donde reside en una casa de campo propiedad de Bruno Van Tysch y su fundación. Allí dos pintores de segunda fila, auxiliares del maestro, van abocetándola poco a poco, preparándola para la visita de Bruno Van Tysch. De uno de ellos, Gerardo, terminará enamorándose.

La exposición de homenaje a Rembrandt sufre un apagón y algo que parece un seismo y, pese a las hiperbólicas condiciones de seguridad, uno de los cuadros, en el que figuraba Clara es secuestrado. Un policía de la vieja escuela, el holandés Lothar Bosch, termina por descubrir donde el transformista Baldi tenía a Clara y a otros dos componentes del cuadro y logra dispararle antes de que los despedaze. Happy End para Clara que abandona el mundo del arte y se empareja con Gerardo.

Finalmente se sabe que Bruno Van Tysch, que tenía un grave trauma infantil pues su padre era un pintor –excelente- de la vieja escuela y él, por lo visto, un pésimo dibujante, termina por montarse un verdadero holocausto en los sótanos refrigerados de su castillo escocés. Allí ha hecho llevar reproducciones de los cuadros despedazados y él mismo finalmente se ha abierto las venas de pies y manos congelando los veneros de sangre los cuales, una vez solidificados, le sostienen sobre el suelo... El monstruoso environement debería haberse completado con la reproducción del despiece a que hubiera sido reducido el cuadro homenaje a Rembrandt (Susana Frente A Los Ancianos) del que formaba Clara. Esta instalación monstruosa se llamaba o se hubiera llamado, de ser completada, La Penumbra, de ahí el título.

Somoza incluye una NOTA DEL AUTOR final (cosa que cada vez está más de moda) que a mi juicio sobra completamente, donde se explican algunas cosas, se destripan otras y hasta se termina por dar bibliografía (¿no irá este afán explicatorio por lo de la sicosis de los plagios?).

¿Conclusión? Está mucho mejor escrita que las novelas anteriores. Definitivamente es demasiado larga. Hay que reconocerle al autor una buena dosis de ingenio, pero sigue pecando de artificiosidad y es duro de creer. No obstante, dice cosas, plantea problemas, no está mal. Deja una sensación ambigua.

Las descripciones detalladas de las ceremonias de sumisión de Clara son muy parecidas a las de Historia de O, sobre todo cuando, en la casa de campo holandesa, el orondo Justus (el superior de Gerardo), la agrede sexualmente en algunas ocasiones (aunque, como luego se demuestra, todo era un intento de "motivarla" artísticamente).
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