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| Atra Bilis
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| por Lorena Jiménez
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Nazaria, Daría y Aurori son tres hermanas ya ancianas que han vivido toda su vida juntas en una gran casona de un pueblo cualquiera. Esta noche de jueves están reunidas para velar el cadáver del marido de Nazaria, la única que se casó, acompañadas de la fiel criada de Nazaria, Ulpiana. Y será alrededor de este velatorio cuando salgan a la luz las eternas rencillas entre las hermanas y esos secretos ocultos que han permanecido ahí, latentes, durante cincuenta años.
“Atra Bilis” es una obra de teatro escrita por la madrileña Laila Ripoll en el año 2000, que fue finalista del Premio Nacional de Literatura Dramática del año 2002, y finalista de los Premios Max 2003. Se trata de una obra protagonizada por cuatro personajes femeninos totalmente diferentes entre sí, lo que le da una gran riqueza de contrastes que se comprueba al leerla. Por un lado se presenta a Nazaria, uno de los personajes principales: anciana soberbia y cuyo aspecto físico se corresponde con esa altivez que se descubre a lo largo de la obra, a pesar de estar lisiada. Se erige como líder visible de ese núcleo fraternal en todos los aspectos: es la primogénita, heredó todos los bienes de los padres, ejerce un gobierno a veces despótico sobre sus dos hermanas y sobre su criada Ulpiana. Por otro lado se nos presenta a Daría, que ejerce de mujer resentida y eterna sufridora al servicio de su hermana Nazaria, como castigo por haber sido, según su hermana, la culpable de haberle roto el espinazo y haberle provocado la minusvalía que arrastra, y que sin embargo también guarda sus secretos, entre ellos una adoración secreta hacia su cuñado que nunca ha querido reconocer a Nazaria. Y por último, se nos presenta a Aurora, la tercera hermana. También es anciana y la llaman la Nena, por el retraso mental que padece desde hace mucho tiempo y que alterna con cortos periodos de lucidez, en los que cambia un vocabulario en el que sólo caben unas cuantas palabras por frases que cortan como navajas por el significado que encierran. También tenemos a Ulpiana, la fiel criada que aparece en escena un poco después de empezar la acción y que está a las órdenes de Nazaria sobre todo y todos.
El elemento común que une a estas cuatro mujeres es el difunto marido de Nazaria que permanece en escena durante todo el tiempo que se desarrolla la obra y que de una manera u otra ha formado parte de la vida de las cuatro mujeres, como se irá descubriendo a lo largo de la obra, y que siempre ha dejado un poso de amargura biliosa en ellas. A partir de él y de las discusiones que su propia presencia provoca se descubrirán los secretos que las cuatro mujeres han ido guardando a lo largo de los años, y será el responsable de que afloren en ellas sentimientos que constituirán un abanico donde tienen cabida todos los colores del espectro sentimental: odio, amor enfermizo, venganza, resentimiento, tristeza, asco…Estos sentimientos son los que mueven el hilo argumental y conducen a los personajes a una tragedia fallida (o casi) en la que desemboca la obra.
Toda la acción se desarrolla en un diálogo corto y rápido, en el que se adivina el carácter castellano y sombrío de estas cuatro mujeres, unas mujeres muy marcadas por los convencionalismos sociales de la época que las han llevado a intentar ocultar muchos secretos que han quedado agolpados en su interior oscureciendo su existencia. Una existencia amarga, tan amarga como la bilis.
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