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portada Amarga Victoria
Ficha del Libro:

Título: Amarga Victoria    comprar
Autor: Pedro J. Ramírez
Editorial: La Esfera De Los Libros
I.S.B.N.-10: 8497344278
I.S.B.N.-13: 9788497344272
Nº P´gs: 696


Amarga Victoria
por Antonio Ruiz Vega

  La amarga victoria a que hace referencia es la de las elecciones del 96 que llevaron al poder al PP de José María Aznar y se comprende mejor si se recuerda cómo, en su día, sus oponentes del PSOE, hablaron de DULCE DERROTA.

Este libro es la crónica personal de la innegable influencia de un periodista, Pedro J. Ramírez, sobre un político, José María Aznar, y de cómo fue posible descabalgar del poder a un partido y a un personaje que amenazaban con eternizarse llegando a configurar un modo de poder personal que recordaba ya demasiado al franquismo.

En "off" va desarrollándose la trama de los GAL y su lento deshojar la margarita a cargo del juez Garzón, que es uno de los personajes asiduos del libro y a quien se llama habitualmente "El Príncipe".

Pedro J. ya ha escrito algunos libros desde el primero "Así Se Ganaron Las Elecciones En 1977", siempre desde el punto de vista de los vencedores, con los que se identificó tanto en el caso de la UCD como en el del PP.

Todo comienza, por poner una fecha inaugural, en el verano de 1987, cuando Melchor Miralles encuentra en el sur de Francia un zulo de los GAL con determinada documentación, armas y una peluca. La aparición de documentos que versaban sobre la contrata de mercenarios en Portugal permite al juez Garzón iniciar unas investigaciones que concluirían, bastante en falso, con la detención y condena de Amedo y Domínguez en lo que sería la primera fase de las investigaciones de Garzón sobre el GAL.

Esta primera fase tendrá consecuencias. Por una parte la hostilidad del rey Juan Carlos hacia Melchor Miralles, tan evidente que tuvo que ser paliada por su hermano ante el rey apelando a la conocida fidelidad juanista del padre de ambos. De otra la animosidad personal de Felipe González que llegaría a sugerir a Pedro J. que eran dos los periódicos que apoyaban a ETA, EGIN y D16. La segunda fase es la conocida presión de Juan Tomás de Salas sobre Pedro J., que desemboca en la salida de éste de D16 y en la creación de EL MUNDO.

Pero, mientras tanto, sucede la prisión de Amedo y Domínguez, que se pasan 6 años a la sombra, sucede la entrada en política de Garzón, que se presenta por el PSOE en el 93 y sucede el paulatino enfangamiento del PSOE en todo tipo de trapisondas desde que se descubrió el caso de Juan Guerra, luego olvidado entre zalagardas mucho mayores.

El escenario que permite el advenimiento de Aznar al poder, la AMARGA VICTORIA, en el 96, va edificándose poco a poco y en él tiene una parte fundamental el diario EL MUNDO lo mismo que la tiene Garzón, etc. Pero, como dirá Pedro J. en alguna parte de este libro, nada hubiera sido posible sin que el PSOE no hubiera ido facilitando diligentemente la munición caso tras caso, escándalo tras escándalo.

Este libro sirve de recordatorio de la larga serie de episodios que fue publicando EL MUNDO (y antes D16, donde comenzó todo) y que fueron dejando atónita a la opinión pública no sólo por la gravedad de los hechos expuestos (terrorismo de Estado), sino por el aire de improvisación y chapuza que exhalaba todo el montaje.

Cuando se produce el secuestro de Segundo Marey, un modesto empresario del Sur de Francia a quien se captura por error, confundiéndole con un etarra, en primer lugar no se le libera al conocer la equivocación, pero es que luego se pretende insistir en ella para producir así alguna reacción en Francia y, por fin, se le retiene durante un tiempo en una majada en ruinas en Colindres (Santander) donde dos funcionarios del cuerpo nacional de policía dormían con Marey en la misma cama "para darse calor" mientras se decidía si liberarlo, lo que finalmente se haría, o si se le mataba y enterraba en "cal viva". Cuando se decide liberarle, en la frontera francesa, Marey iba tapado con una manta del Ejército Español que sólo a última hora se dieron cuenta y le quitaron... Y este sería el tono general de casi todas las andanzas del GAL.

Cuando Amedo y Domínguez deciden comenzar a confesarse ante el MUNDO primero y ante Garzón después, lo hacen porque Belloch les había retirado un sueldo de medio kilo al mes que cobraban y, sobre todo, porque ven cómo los peces gordos quedaban impunes. Ellos mismos, en ese momento, habían pasado a tercer grado y estaban ya técnicamente fuera de la prisión. Fue esta concatenación de circunstancias la que pone en marcha un proceso que termina en la victoria de Aznar en el 96.

De todos modos llega un momento en el que a Felipe le comienzan a crecer los enanos. Por ejemplo el caso de Lasa y Zabala. Estos dos presuntos etarras habían sido detenidos en el sur de Francia en octubre del 83. Un año más tarde una extraña llamada hecha a una radio de Alicante afirma que han sido ejecutados. Luego, durante 13 años, nada se sabe. Al comenzar a exhumarse documentos sobre el GAL un humilde comisario de policía alicantino Jesús García García se acordó de un macabro hallazgo en un paraje de Bussot llamado la Foya de Coves y que correspondía a los restos de dos jóvenes enterrados en cal viva. Los restos estaban todavía en el depósito de cadáveres y se comprobó primero por la fórmula dental y luego por el ADN que correspondían a los de Lasa y Zabala. El escándalo fue mayúsculo y la aparición en EL MUNDO de los macabros restos salvajemente torturados sacudió al país.

Lo siguiente que hizo Pedro J. fue proponer a Aznar una magna entrevista donde pudiera explicar su programa político. Una de las razones por las que se habían perdido las elecciones de 1993 (entre otras, y eso que durante algún tiempo se pensó que pudieron haber sido la tumba del felipismo, ya asediado por escándalos) fue la acusación de que el PP no tenía programa.

En esta famosa entrevista el PP desplegó todos sus poderes, aunque habría que recordarle a alguien las promesas que se hicieron para tomar nota de lo que no se ha cumplido, ni (dos convocatorias electorales después) ni siquiera se lleva camino de cumplirse.

Se dijo entonces, que de llegar el PP al poder, se suprimirían 5.000 altos cargos de la administración, que se limitarían los ministerios a 14, que se pondría un tope de 5 asesores por ministro, la creación de un ministerio de Medio Ambiente, favorecer las comisiones de investigación en el parlamento, volver a un sistema mixto de elección de miembros del poder judicial, todo lo cual supongo que se ha cumplido, pero también, dentro de lo que se llamó pomposamente LA SEGUNDA TRANSICIÓN, se decía de desbloquear las listas electorales, y que cada ciudadano pudiera tachar a los candidatos que no fueran de su gusto (lo que no se ha hecho, ni siquiera estudiado) y también se comprometía el mismo Aznar a no residir en La Moncloa (se hablaba de un síndrome o maldición). También estaba entre estas promesas el limitar la presencia audiovisual del estado a un sólo canal televisivo.

Según Pedro J. fue debido a presiones directas y personales suyas que Aznar se animó a prometer la reducción de la mili a seis meses, anticipo de lo que luego sería la mera desaparición del servicio militar obligatorio, pero entonces, en 1995, esto se veía muy difícil todavía y hasta eso de los seis meses le costó prometerlo.

En abril del 95 se produce otro hecho que, curiosamente, favorecería a Aznar. Fue el atentado de ETA. Pedro J. afirma haber escuchado, en el propio despacho de Belloch, cómo Felipe se escandalizaba de la excesiva protección que el ministerio de Interior prestaba a Aznar, y al parecer se redujo. Sólo así fue posible que el atentado se produjera, tras un seguimiento bastante pormenorizado de los movimientos de Aznar por parte de ETA, que no hubiera sido posible con una cobertura policial eficaz. La explosión de la carga se produce con un cordón bien visible en la calle, así se quería evitar que los inhibidores electrónicos que llevaba el coche de Aznar impidieran la activación por radio. De todos modos, el detonador tenía dos posiciones y los etarras se equivocaron poniendo la más lenta (cuestión de milisegundos, pero que salvaron la vida a Aznar). Aznar en ningún caso quiso "hacer sangre" con este tema sobre el PSOE, pero la repercusión sobre la opinión pública fue muy grande. Como él mismo le dijo a Pedro J. en esos días, "ahora ya tengo carisma".

Por cierto, que de aquí puede que venga el empute de Aznar con ETA (lógico, eso de que te pongan 30 o 40 kilos de explosivo al otro lado del blindaje del Audi tiene que cabrear bastante), visceral por llamarlo de alguna manera. Pedro J. le visita en el hospital y Aznar le dice:

"Son unos auténticos salvajes. Tenemos que terminar con ellos, pero sin ningún tipo de atajos. Con la ley en la mano. Hay cosas de las que no nos vamos a olvidar si llegamos al Gobierno".

Otro hito importante es la entrevista que Pedro J. organiza a Aznar y a Anguita, que apenas se conocían, y que daría lugar a lo que el PSOE llamaría "la pinza". Esta entrevista fue en julio del 94, en la casa de Pedro J. en Marqués de Riscal y sirvió para mucho, según reconoció Aznar a la salida. En esa fecha Pedro J. les regaló a ambos líderes una edición en 8 tomos de "La Caída Del Imperio Romano", de Gibbon, en una actitud que recuerda la de Adolfo Hitler cuando le envía a Mussolini las obras completas de Nietzsche en la víspera de la invasión de Francia....

Este mejor conocimiento entre Aznar y Anguita quitaba otro obstáculo en el camino del PP a la Moncloa.

El otro elemento fundamental era Pujol, que en esta última legislatura socialista estaba obteniendo pingües beneficios por su apoyo parlamentario pero que a cada escándalo que pasaba quedaba más asqueado de Felipe.

Cuando llega el escándalo de las escuchas telefónicas (el CESID espiaba, según ellos de "modo aleatorio", a un sinnúmero de líderes políticos incluido el propio monarca y luego guardaba las cintas de estas conversaciones privadas en la llamada "cintateca".). Pujol vuelve a plantear a González su defección, pero éste vuelve a liarle prometiéndole elecciones anticipadas para el 96. Así al menos Felipe podría ostentar la presidencia de la Comunidad Europea, cuyo turno le tocaba, durante los seis meses de rigor.

Es por esta época cuando sale en EL MUNDO la famosa caricatura de Ricardo y Nacho que representa a Felipe como un toro lleno d banderillas, estoques, puyas, etc. y a Aznar como torero inhábil. Y Felipe le dice "Jo, macho... ¡A ver si atinas de una puñetera vez!".

Como solía hacer en esos años, Pedro J. le da la primicia (lo de las escuchas del CESID) a Aznar y le dice: "Creo que de esta te vamos a hacer ganar las elecciones", y Aznar le responde, como solía hacer siempre en estos casos, que hubiera preferido ganarlas de otro modo. Y cabe preguntarse ¿Las hubiera ganado de otro modo? Yo estoy convencido de que no.

En la trayectoria periodística y personal de Pedro J. es evidente que fue muy importante su estancia en los EE. UU. a principios de los setenta, donde asistió en primera fila al caso Watergate. Este protagonismo de la prensa en la vida política (impensable entonces e incluso mucho después en España) le encandiló y que eso es lo que se propone hacer y finalmente hace. Buscar el Watergate de Felipe, pero, tal y como reconoce aquí, Nixon era un bendito al lado de Felipe González y el Watergate una minucia al lado de la montaña se sangre y mierda de la españa felipista. En el fondo, como se dice en este libro, la amargura de la victoria no sólo viene de lo escasa que fue, sino también de que después de tal cúmulo de escándalos, una parte sustancial del electorado seguía fiel a Felipe, se hacía cómplice con él de tanta miseria. Respondía, seguía respondiendo, a los viejos esquemas de derecha/izquierda de un modo atávico, irreflexivo...

Viene luego lo de la secretaria de Felipe, Piluca, casada con el pintor Fajardo, que se había comprado un duplex de ensueño con los fondos reservados y que fue motivo para que Umbral ejemplificara desde su columna en el MUNDO:

"Piluca, ya digo, no es sino la chica metáfora, millones de chicas y chicos como Piluca, que cantaron la Internacional con Ana Belén y Felipe en la Universitaria, que vinieron a Madrid de parias, en plan famélica legión, y hoy se lo llevan caliente en bolsas de tenis. Felipe González ha corrompido a un par de generaciones, con su patronazgo y generosidad, con su ejemplo y su política interior. Glez. se ha comprado un millón de viejos progres de la cultura, el arte, la administración, la cosa pública, el movimiento y el show. Les va de cine. Sólo de vez en cuando cae uno, una. Hoy le ha tocado a Piluca. Suerte Piluca".

En la página 214 viene el curioso caso de las declaraciones de Damborenea, que le son facilitadas a Pedro J. nada menos que por Belloch, quien encima le explica que Felipe queda en ellas muy bien, cuando era todo lo contrario, pues quedaba claramente implicado. Hay una clara contradicción entre lo que se dice aquí y lo que se dice en el libro de Pilar Bravo sobre Garzón, pero en ambos queda clara la actitud de Belloch, que era la de perjudicar a Felipe ¿Para sucederle?

En la página 226 habla Pedro J. de cómo el grupo PRISA pudo mantener un elevado número de intelectuales en su órbita, que era la del PSOE:

"La combinación de sus editoras de libros con EL PAÍS y sus restantes medios informativos era demasiado seductora como para que muy pocos grandes escritores se resistieran a la tentación de convertirse en bien remunerados hombres de la casa a cambio de las restricciones a su independencia de criterio que ello suponía".

Frente al apoyo sin fisuras de este poderoso grupo mediático, la cavernícola derecha de Fraga sólo disponía del ABC, que ni de lejos podía competir con su rival. Tendría que venir D16, y sobre todo EL MUNDO, y tendría que venir la renovación aznariana, tras el experimento fallido de Hernández Mancha, para sentar las bases de una alternancia en el poder.

Importante, a este respecto, fue la creación de la Plataforma para la Defensa del Derecho a la Información, que integraron una serie de medios y en cuyo acto de fundación Luis María Ansón llegó a advertir a Pedro J. de los peligros que asumía:

(Pág. 238)

"Tú ya puedes tener cuidado. Con la oposición de ABC era algo con lo que ya contaban. Pero el odio que tienen hacia tí... son capaces de cualquier cosa. Si alguna vez se te para el coche en la carretera, ten mucho cuidado al bajarte porque puede venir un camión... y se acabó. Hoy día te pueden hacer lo que quieran. Hasta inocularte el SIDA a través de una bebida. Son capaces de todo, acuérdate de lo que te digo."

Es curiosa la relación de amistad, o al menos el frecuente contacto entre Belloch y Pedro Jota, por medio del cual, en un momento determinado, el segundo comunica al primero que estuvo en el punto de mira de Soares Gamboa, el etarra riojano que fue compañero de clase de Pedro J. y que en 1985 se propuso eliminarlo con una bomba en el coche. Es el propio Soares, ya arrepentido, quien se lo cuenta a Pedro J. en una carta personal insólita.

Como ya hemos dicho fue la actitud de Pujol, negando su apoyo a Felipe, o al menos condicionándolo hasta determinada fecha lo que fuerza las elecciones anticipadas del 96. Poco antes de esto Pedro J. se había encontrado con Pujol y este le había dicho literalmente:

"Este verano he dicho que estoy harto de la incomprensión que tanto el PP como el PSOE tienen hacia nuestra postura. Pero también estoy harto de vosotros los periodistas... Y en cierto modo también estoy harto de mí mismo porque trato de poner sentido común a las cosas y los acontecimientos me desbordan".

Hay que recordar cuál era la situación del país cuando por fin se ve una salida en la convocatoria de elecciones (Pág. 154).

El precio oficial del dinero estaba en el 9,5%, el índice de paro por el 22%, el Banco de España había perdido el 18% de sus reservas... (debido a las continuas devaluaciones de la peseta).

Un momento trascendental es cuando llega a las Cortes la petición del suplicatorio para procesar a Barrionuevo. Aznar se da cuenta de que buena parte de su electorado comparte la mano dura contra ETA y hasta simpatiza con Barrionuevo (lógico, simpatizaba hasta Fuerza Nueva que difundió el siguiente lema: "Orden Nuevo, Fuerza Nueva Y Barrio Nuevo"), y que el votar a favor del suplicatorio puede suponer para muchos un dilema moral. Pero cruza el Rubicón, Pedro J. opina que en aquel momento mientras avanza para conseguir el electorado de centro comienza a desbandársele la derecha y que si no hay elecciones pronto no podrá aglutinar a todo su electorado. Es un riesgo calculado, pero riesgo al fin. (Pág. 276).

En la página 291 viene el curioso caso de Carmen Salanueva, la directora del BOE que llamaba a conocidos pintores impostando la voz de la Reina a fin de que le hicieran descuento... Es un acto más dentro de una cascada de escándalos.

En la página 318 se describen los actos de apoyo a José Barrionuevo ("Todos Somos José Barrionuevo"):

"El conjunto resultó ser un cuadro propio de la España negra, con la peletera Elena Benarroch y otras señoras envisonadas departiendo con una espesa mezcla de militares con las manos manchadas de sangre, salteadores de los fondos reservados, burócratas defendiendo la pitanza y ex activistas de los derechos humanos, como José María Mohedano, convertido a la fe del `todo vale´. El mensaje subyacente bajo tanto abrigo de piel y tanta sonrisa impostada fue muy claro Sí, muy bien, nosotros lo hicimos ¿Y qué? No sólo hay motivo para avergonzarse de nada, sino que debemos sentirnos orgullosos y por eso estamos hoy aquí para homenajear a este patriota y amigo entrañable".

El capítulo 21 está dedicado a Juan Luis Cebrián y comienza con el insólito encuentro que tuvieron el fin de año de 1995 en el balneario de Mijas, en Málaga, donde no se esperaba la llegada de ningún español y donde, por esos azares del destino, coinciden dos personas visceralmente enfrentadas. Pasa revista Ramírez a sus encuentros y desencuentros a lo largo de los años, tratando de dilucidar los motivos de esta larga rivalidad. De todas maneras, en aquella ocasión, la cosa se resolvió versallescamente. Por cierto que Pedro J. recuerda cómo estuvo a punto de ser contratado por el grupo PRISA, cuando en 1986 Polanco y Cebrián le ofrecieron la dirección de la revista EL GLOBO. ¿Hubiera esto cambiado la historia? ¿Seguiría Felipe en La Moncloa?

Habla de Gabilondo, en la página 342, cuando a Pedro J. se le acusó desde EL PAIS de haber apoyado el GAL en sus comienzos, desde D16, había quedado para explicar su postura desde la SER, en el espacio matinal de Gabilondo. Este le dijo 15 minutos antes de la hora prevista "Lo siento, pero se ha decidido que no intervengas..." y ante el pasmo de Pedro J. le contesta Gabilondo:

"- Mira Pedro, me gustaría hacerlo. Pero esto es una guerra. Sabes que hay muchas cosas en juego. A lo mejor tú eres un ingenuo, pero ya no se puede ser ingenuo...".

En la página 348 Pedro J. aconseja a Aznar sobre el País Vasco:

"Si quieres tener una mayoría social que te respalde allí tienes que contar con el PNV y EA".

Pero Aznar se muestra escéptico. Cree que tras la caída de la cúpula de ETA en Bidart la organización estaba hundida y que el PNV la reflotó, con ayuda del PSOE, al darle la razón a la alternativa Lurraldea en el caso de la autovía de Leizarán. Ya entonces, antes de las elecciones del 96, Aznar creía que el PP podría ser mayoritario en el País Vasco...

En la página 364 critica bastante acremente a Ruiz Gallardón, de quien dice que nunca ha terminado de aceptar la hegemonía de Aznar y cuenta cómo pactó con el grupo PRISA al acceder a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Aznar hubiera dicho: "Déjalo, déjalo que suba, que cuanto más alto llega alguien, más se le ve el trasero".

El capítulo 23, que lleva el mismo título que el libro: AMARGA VICTORIA, comienza resaltando que dos partidos se presentaron en el 96 con personas acusadas de terrorismo en sus listas: HB y el PSOE.

Un elemento distorsionador de los resultados del 96, que delimitan la AMARGA VICTORIA, es, por una parte la falacidad de las encuestas, que daban un 10% de ventaja al PP, lo que hizo que se confiara e hiciera una campaña plana y desmovilizadora y de otra el famoso vídeo del DOBERMAN, donde el PP aparecía como encarnación de la extrema derecha y que hizo mucho daño electoral. Felipe logró movilizar, una vez más, a prácticamente toda la izquierda sociológica, amén de otras capas fidelizadas por la corrupción, etc.

En la página 376 se recogen las palabras de Enrique Múgica a la muerte de su hermano:

"Quiero decir a todos los ciudadanos, vivan donde vivan y estén donde estén, que no olvido ni perdono a los asesinos, a los que han impulsado, a los que han levantado la mano, a los que defienden y exculpan a ETA, sea en la violencia callejera o en determinados medios de comunicación" (habría que preguntarse si una persona con esta animosidad anti-abertzale puede ser un buen Defensor del Pueblo... de todo el pueblo).

En la página 382 afirma que una de las asignaturas pendientes del PP era la falta de apoyo de los intelectuales, reducida a una "vieja guardia con olor a naftalina" y que uno de los problemas de imagen de Aznar eran sus gustos clásicos, "su limitado interés por el experimentalismo artístico". Entre las figuras que, finalmente, logró concitar Aznar, cita a "Victoria Vera, Buero Valejo, Emma Pennella o Sara Montiel (...) No es que aquello fuera la nouvelle vague, pero menos da una piedra". Ni palabra de Luis Racionero o Sánchez Dragó, que apoyaron al PP en algunas convocatorias multitudinarias.

Sin embargo se recurrió a Julio Iglesias y hasta el mismo Raphael, aunque a éste, por consejo directo de Pedro J., se le evitó en el último momento.

La noche de la lectura de resultados fue muy amarga para Aznar, el desplome de las expectativas fue dramático, tanto fue el desfase. Los primeros días hasta se dudó que pudiera formar gobierno, se hablaba de gobierno de concentración y de otras fórmulas. En el PAÍS se llegó a proponer que el candidato fuera otro líder del PP en vez de Aznar, o un gobierno de gestión que presidiera alguien que ni siquiera tenía porqué ser diputado (¿en quién pensarían?). Luego el PSOE comenzó a hablar desdeñosamente de que, para facilitar la investidura de Aznar, los diputados del PSOE se irían a mear cuando fueran las votaciones o incluso, si hacía falta, que les prestarían algún diputado... Aznar pasó un largo calvario de 40 días hasta que logró anudar los votos de Ciu (también conseguiría los del PNV y los de Coalición Canaria).

La ventaja del PP sobre el PSOE estuvo en apenas 300.000 votos. Pero, como se dice en la página 395, la democracia es el menos imperfecto de los sistemas de atribuir el poder, y de acuerdo con sus reglas, tan válido es un triunfo por un millón de votos que por uno sólo.

En este contexto, tiene sentido la frase que le dijo Pujol a Aznar (pág 401).

"Usted tiene mucho más mérito del que le reconocerán nunca, porque usted no le ha ganado a un gobierno, usted le ha ganado a un régimen...".

Cuando Aznar llega a la Moncloa y le concede su primera entrevista a Pedro J. tal y como le había prometido, uno comprende la curiosidad del periodista al visitar la cueva del Minotauro, el cubil del bandido, y que se demore en detalles como cuando encuentra su libro "Así Se Ganaron Las Elecciones De 1977" en una estantería no muy lejos del despacho de Felipe. Llevaba allí desde la época de Suárez, había sobrevivido a los 13 años de socialismo... Advertido, Aznar, comenta, jocoso:

"- No sé si esto significa que no te tenía tanta manía o que no utilizaba nunca esta biblioteca".

Y entran en la Bodeguilla, lo que para Pedro J. debió ser lo mismo que si Eisenhower, Churchill o Stalin hubieran visitado el Bunker de la Chancillería, en Berlín...
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