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portada Al-Andalus Contra España
Ficha del Libro:

Título: Al-Andalus Contra España    comprar
Autor: Serafín Fanjul
Editorial: Siglo XXI
I.S.B.N.-10: 8432310794
I.S.B.N.-13: 9788432310799
Nº P´gs: 380


Al-Andalus Contra España
por Antonio Ruiz Vega

  La tesis general del libro es la de minimizar radicalmente la importancia de la influencia árabe en Andalucía, echando por tierra una corriente ya antañona pero que ha tenido su cénit en los años de la transición de asimilar lo andaluz a lo árabe encontrando "influencias" en el folklor, la arquitectura, la música, etc.

Ya en tiempos Antonio Burgos en su impagable "Andalucía, ¿Tercer Mundo?" hacía algunas catas en el tema llegando a conclusiones sorprendentes, como la de que la mayoría del folklore andaluz es una clara derivación del castellano (Fanjul opina que más bien del manchego, pero vienen a decir lo mismo, probablemente las corrientes norte-sur de la Mesta y la Real Cabaña de Carreteros son las culpables de este intercambio a lo largo de los siglos). Rafael Caffarena y Robles (que es desconocido para Fanjul, y seguro que le interesaría leerlo), malagueño, se hartó de encontrar modismos castellanos y aragoneses en el habla popular de Málaga y Granada, y un hermanamiento innegable entre el cancionero soriano y el de la serranía malagueña...

Fanjul es muy beligerante, sin duda porque su postura es tan polémica que ha sido objeto de ataques muy fuertes (llega a decir en algún lugar de este libro que ha corrido un evidente peligro... físico).

Cree, por ejemplo, que en ningún momento de la historia peninsular hubo esa supuesta "simbiosis" entre lo cristiano y lo árabe. Antes bien, al contrario, prefiere el término que inventó Sánchez Albornoz de "antibiosis" (ojo: y viceversa): lo que se evidencia es una voluntad incansable y permanente de combatir lo foráneo, amén de una vocación de pureza racial (tan disparatada como queramos) no superada por ningún otro caso en la historia.

Ya en su ANTIPRÓLOGO que reproduce un artículo publicado en EL PAÍS en 1984, marca la línea de argumentación general y también su tono polémico. El artículo comienza con una cita (de la que no llega a decir su autor) que habla nada menos que de los ecos moros de las chumberas. Chumberas o ágaves mexicanos traídos a España por españoles y que desde aquí pasaron al norte de África. Como las chumberas, muchas otras cosas que nos parecen "árabes" son en realidad hispanas, o al menos tomadas de España por el Islam (V. G. el gótico arco de herradura).

Una pintada encontrada en las calles de Córdoba –Er arjamí a läh ehcueläh– le hace recordarnos que el aljamiado no era más que el castellano transcrito en caracteres árabes.

En cuanto al resto (el traje, las costumbres, la comida, la abigarrada arquitectura), lo que ve son reminiscencias mediterráneas (el Midí, Italia, Sicilia, Grecia...) pero nada más.

No es que quiera caer en el extremo opuesto de negar toda influencia. Los restos a la vista están y en cuanto al idioma no niega la influencia, aunque la minimiza enormemente (alrededor del 0,40% de las palabras castellanas tienen un origen árabe).

Es evidente que las tesis de Juan Goytisolo no le parecen de recibo, y se lamenta de su afán autodestructivo, por otra parte tan español. La leyenda negra occidental tampoco la comparte. El baldón del esclavismo, no tenemos más remedio que declinarlo. En todo caso, portugueses, españoles o norteamericanos lo que hacíamos era adquirir un producto que ya existía: el esclavo. Eso era –y por lo visto es todavía– una tradición local...
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