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China: La Emergencia De Emerger I
por Juan Carlos Eizaguirre

Al final de la era de Mao despunta ya la idea de la necesidad de las Cuatro Modernizaciones que Deng Xiaoping impulsará con gran energía a partir de 1978. Se trata sobre todo de la modernización de cuatro sectores clave de la vida económica china: agricultura, industria, ciencia y tecnología, y defensa. El objetivo era hacer de China una potencia económica importante en el siglo XXI y la estrategia consistía en modernizar los medios y métodos de producción (modernizar la maquinaria, adquirir tecnología de vanguardia, y aprender nuevos métodos de gestión) y abrir el mercado a inversiones extranjeras que hicieran de catalizador de un crecimiento económico basado en las exportaciones.
portada China: la Emergencia de Emerger I
Han pasado treinta años de esta decisión de envergadura y los efectos han sido beneficiosos. Pero en el camino ha habido varios ajustes que Deng no soñaba ni de lejos en aplicar el principal y más importante ha sido la liberalización de algunas zonas o ciudades a un mercado libre, notándose rápidamente, cierto enriquecimiento, aunque mal distribuido. Lo único que parece que puede sacarse en claro es:
1- El Partido quiere dar más protagonismo a las masas, y no sólo a los sesenta millones de afiliados, verdaderos beneficiados y conductores del país. Existe una disputa interna, no pequeña, respecto a esta tendencia que no es democrática sino utilitaria: hay gran descontento social. Pero para lo único que ha servido ha sido para aumentar el número de ejecuciones, unas tres mil en un año. Gente que se ha atrevido a protestar, o simples delincuentes, esperanzados por el anuncio de que iban a cambiar las rígidas leyes chinas, que no dan opción de defensa al que delinque, o se cree que ha delinquido. Según Amnistía Internacional el 81% de todas las habidas en el mundo en ese mismo periodo de tiempo. Según el autor de este libro, más: el 93%

2- Los actuales mandatarios son gente joven, de 60 años o menos, tecnócratas, pero que saben que las reformas en el Partido pueden ser causa de defenestración política, y no lo van a hacer, aunque tienen claro el camino, no corto, para ello. Sin embargo están potenciando las relaciones con el extranjero, abriéndose a los mercados Occidentales, animando, aunque sin concretar, a que los chinos se vayan a vivir a otros países - “somos muchos aquí” -, pero con bastante recelo hacia su mejor cliente: Estados Unidos. Ven los beneficios económicos, pero también ven la posición geoestratégica de USA en Asia. Por eso siguen empeñados en que si mantienen un buen ejército, nada tienen que temer. Un ejército convencional sin armas nucleares.

3- No captan los Derechos Humanos. Les parece una cuestión cultural, que tendrán que ir negociando con los países que se impliquen con ellos en una verdadera y completa alianza de ayudas mutuas, que les permita subir económicamente. Este es en realidad el único objetivo, basado en el anhelo de un simple bienestar para todos.


En otro orden de cosas, dicha liberalización está siendo sólo económica pero no política.


LIBERALIZACIóN ECONóMICA, NO POLíTICA

Por los años 1980, los observadores expertos en China conjeturaban sobre la irreversibilidad del proceso económico que comenzaba. Y tenían razón. También aseguraban que no sería posible liberalizar la economía sin liberalizar la vida política. Y en esto no tenían razón. Aunque podría haber sido de otro modo si, en la encrucijada crítica de Tiananmen 1989, la balanza de la decisión se hubiera inclinado por el lado de los líderes que propugnaban la tolerancia y las concesiones políticas.
En cualquier caso, desde entonces el proceso de modernización económica y social de China ha ido en constante aceleración, entrando plenamente en esa modernidad de la que las Olimpiadas de Beijing 2008 han sido el mejor exponente.


"Los actuales mandatarios son gente joven, de 60 años o menos, tecnócratas, pero que saben que las reformas en el Partido pueden ser causa de defenestración política"



CONFUCIO REGRESA A CHINA

Durante unos años el Estado chino proscribió a Confucio y se empeñó en hacer una nueva China. Pero en los últimos tiempos, los medios de comunicación se han hecho eco de que, “en un golpe de pragmatismo, el Gobierno del presidente Hu Jintao ha decidido rehabilitar al más influyente y famoso de los pensadores chinos, con objeto de utilizar su filosofía para insuflar un poco de ética y moralidad a una sociedad que desde hace tres décadas vive bajo el único credo de hacerse rico es glorioso, dictado por Deng Xiaoping”.
Todo el mundo sabe que la ideología del Partido Comunista Chino (PCC) está en una crisis profunda; en este momento el PCC no es ya un partido revolucionario sino una aristocracia política que reclama el monopolio del poder para dirigir ordenadamente los destinos de una China compleja, abocada a un desarrollo económico y una transformación social sin precedentes, y decidida a ocupar un puesto principal entre las naciones; ni dentro ni fuera de China se consideran seriamente alternativas políticas que no sean dejar hacer a esa aristocracia política.
Pocos desean correr el riesgo del caos político de los años republicanos de China, con sus luchas fratricidas, la división del país en áreas controladas por los señores de la guerra, humillaciones en política exterior, pobreza y hambre, para culminar con la invasión japonesa y la guerra civil.
Esa aristocracia política que gobierna China se encuentra en este momento con dos grandes problemas: uno es de legitimidad ética, otro es de coherencia social. El Partido ha seguido durante años una línea pragmática en la que lo realmente importante ha sido crecer económicamente a un ritmo vertiginoso y hacerse respetar cada vez más en el mundo. Pero esto ha creado un serio problema de coherencia ética interna dentro del Partido. Ese vacío ideológico llama a una legitimación ética, que el mismo Partido busca cada vez más en el confucianismo.


SU PROPIO MODELO

Probablemente China tendrá que elaborar su propio modelo político, en el que no faltarán sin duda las constantes confucianas: concepción fuerte de la autoridad; jerarquización; decisiones políticas consensuadas dentro de cada nivel jerárquico; aristocracia política y meritocracia social. Dentro de este modelo cabría un cierto nivel de representación política de los ciudadanos, especialmente a nivel local, e incluso el sufragio universal, pero lo más probable es que el poder político quede firmemente en las manos de esa aristocracia política que seguirá llamándose Partido Comunista Chino, al menos durante los próximos cinco o seis decenios.

Una cosa parece clara: China no admitirá que Occidente le imponga un modelo político democrático, ni aceptará presiones diplomáticas, militares o económicas para configurar su espacio político interno. Confucio dijo: “estudia el pasado para definir el futuro”. La conciencia nacional china tiene casi una obsesión con el siglo de humillaciones e imposiciones extranjeras que van de 1842 (Tratado de Nanking por el que cede Hong Kong a Gran Bretaña) hasta 1949 (proclamación de la República Popular China).
En política exterior, China ha mostrado en los últimos años una gran moderación, ha defendido el multilateralismo y ha desarrollado una “ofensiva de simpatía”, afirmando que esto es parte de su contribución al bien común del concierto de naciones, y que desea ser un elemento de estabilidad en el mundo.

Pero hay voces críticas que consideran que mientras China asegura ser un ciudadano altruista del mundo, esa ofensiva de simpatía es un engaño calculado para desplazar geopolíticamente a los que percibe como competidores globales, principalmente los Estados Unidos.


Biblioteca Del Viajero

Fuente: ACEPrensa, 2009
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